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Con los 45 mil millones de dólares que ingresaron al país durante el acuerdo con el FMI en 2018, Argentina podría haber construido hospitales, escuelas, viviendas y rutas en todo el territorio. Pero bajo la gestión de Luis “Toto” Caputo, esos fondos se fugaron sin dejar una sola obra. No fue solo dinero: fue el futuro de millones de argentinos lo que se perdió.
Actualidad05/06/2025
Polo Sur
En medio del ajuste fiscal más crudo de las últimas décadas y del desmantelamiento sistemático del Estado, vale la pena recordar —y volver a poner sobre la mesa— una de las decisiones económicas más costosas y menos justificables de la historia reciente de Argentina: el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en 2018, gestionado por Luis “Toto” Caputo.
El préstamo fue de 45.000 millones de dólares, el más grande otorgado por el FMI a un país en toda su historia.
¿Para qué se pidió? ¿A dónde fue? ¿Qué dejó?
La respuesta es brutal: no quedó nada.
Ni rutas, ni escuelas, ni hospitales. Nada.
🧨 El mecanismo de la fuga
Caputo, entonces presidente del Banco Central y exministro de Finanzas, coordinó el ingreso de los dólares del Fondo y garantizó, a través de una política monetaria y cambiaria deliberadamente aperturista, que esos fondos se volvieran capital golondrina: entraron para especular y salieron sin generar valor agregado alguno.
El propio Banco Central de la República Argentina, en un informe publicado en 2020, reconoció que más del 80% de esos dólares terminaron en manos del sector privado bajo la forma de formación de activos externos —es decir, fuga de capitales. No hubo inversión, ni obra pública, ni fortalecimiento productivo.
🏗️ Lo que se pudo haber hecho
Hagamos el ejercicio inverso. Supongamos que esos fondos se hubieran aplicado a lo que más necesita Argentina: infraestructura básica, desarrollo estratégico y justicia territorial. Con US$ 45.000 millones, el país podría haber financiado:
🏥 1.500 hospitales de alta complejidad
🏫 30.000 escuelas públicas
🛣️ 22.500 km de rutas nuevas
⚓ 180 puertos medianos
⚡ 37.500 km de redes de alta tensión
🔌 56 usinas de generación energética
🏘️ 1,3 millones de viviendas sociales
No se trata de cifras abstractas. Se trata de millones de argentinos que hoy siguen esperando agua potable, una escuela digna, una cama de terapia intensiva, una ruta segura o una red eléctrica que no colapse en invierno o verano.
⚖️ La política como decisión económica
El relato liberal suele presentarse como técnico, objetivo, inevitable. Pero cada elección financiera es una decisión política. Caputo no solo ejecutó una política: eligió financiar la fuga antes que el futuro. Eligió sostener el dólar barato para los grandes fondos antes que construir infraestructura duradera para el país.
En nombre de la "confianza de los mercados", hipotecó generaciones.
Hoy, mientras se recortan partidas esenciales, se cierran obras públicas en todo el país y se cancela la inversión en infraestructura energética y sanitaria, es urgente reinstalar en la discusión pública el costo de la fuga y del endeudamiento inútil.
No fue solo dinero: fue soberanía
Lo que se fugó no puede recuperarse. Pero sí podemos recuperar la memoria política y exigir que las decisiones de semejante impacto tengan responsables. Que la deuda no se olvide. Que el ajuste no recaiga —otra vez— sobre los que nunca fueron beneficiados por esa fuga.
Porque con 45 mil millones podríamos haber construido un país.
Pero Caputo eligió destruirlo.

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