6 bares cerveceros que no podés dejar de conocer
Escapando del cliché del pub irlandés, hay nuevos locales especializados que ofrecen experiencias completas para un público cada vez más exigente. Estos son algunos de los mejores exponentes.
Digámoslo mal y pronto: la cerveza nunca fue el fuerte de Buenos Aires, aun cuando está entre las bebidas alcohólicas más consumidas por los porteños. Si bien siguieron funcionando (y a todo trapo) los lugares clásicos, parecía que estéticamente se iban quedando cada vez más en el tiempo, con su travestismo irlandés dudoso, su cerveza tirada genérica, sus porroncitos importados escasos y carísimos y sus hordas de oficinistas con corbatas sueltas y mirada desorbitada. Mientras tanto, el boom de la coctelería y el vino por copa la dejaron todavía más atrás. Y así, el público “foodie” que todos los restaurantes y bares de la ciudad se peleaban por cautivar, parecía definitivamente afuera del target de este tipo de lugares.
Pero todas las revoluciones llegan y la de la cerveza no se hizo esperar. Por suerte, no vino por el lado del “Palermitanismo mal entendido”, o un refinamiento impostado: sus fuertes fueron la calidad del producto, el foco en la educación del consumidor de cerveza artesanal y cierto respeto al ritual de la birra con amigos, su informalidad y su sencillez.
NUEVOS BARRIOS Y PRODUCTO NACIONAL
Lo primero que queda en evidencia al observar el fenómeno es que ninguno de los nuevos bares se encuentra en la zona de Retiro, aquella que parecía garantía de éxito para un reducto cervecero de los noventa en adelante. Esta camada de cervecerías elige barrios diversos: en algunos casos se instalaron en Palermo (como Jerome y Otra Vuelta), cerca de muchos bares y restaurantes de moda, quizás intentando mimetizarse con ese establishment gastronómico. Otros, como Buena Birra Social Club, en Colegiales; y Camping, en Recoleta, eligieron zonas más residenciales, con pocas opciones nocturnas; y Espiche, por caso, se integró al polo bohemio de San Telmo, donde hace años ya subsiste un nuevo clásico como Breoghan y varios barcitos más. En cualquier caso, la idea es la misma: salir del nicho “oficinistas de Microcentro” y atraer públicos distintos, que vayan especialmente a buscar cerveza de calidad.
Otra novedad que se vislumbra en esta nueva camada de bares está referida al producto en sí. Porque uno de los obstáculos más grandes para el desarrollo de una movida cervecera en la Argentina fueron las trabas a las importaciones. La nueva ola cervecera, por eso mismo, no se apoya tanto en la oferta de botellas importadas (aunque la mayoría de las barras cuenta con alguna), sino en el trabajo conjunto y la difusión de pequeñas productoras (breweries) nacionales.
LOS LUGARES
Pocos lugares, como Buena Birra Social Club, elaboran in situ su propia cerveza. En general trabajan codo a codo con productores como Cerveza Kraken, que además de proveer a gigantes como Cervelar le vende a muchos bares más jóvenes, como el recientísimo Hidalgo en Ramos Mejía. Los dueños de Kraken no solo venden la cerveza: organizan en los bares catas y actividades para educar al público y así ayudar a que los bares se establezcan y vayan armando su clientela. Otro caso similar pero no idéntico es el de Jerome, que vendría a ser una franquicia de la cervecería Jerome, que elabora y vende su producto en Mendoza.
¿A qué lugares debés ir, en definitiva, para conocer el nuevo mapa de la birra porteña? Tomá nota.
CAMPING: un biergarten como Dios manda
Situado en las terrazas del Buenos Aires Design, este es, probablemente, el emprendimiento más original entre los nuevos bares cerveceros. El centro de su propuesta no es estrictamente la cerveza pero sí el concepto de biergarten alemán (aunque traducido al gusto argentino): un lugar relajado, que se siente más como el patio de la casa de un amigo que como un bar. Hay ciclos de bandas, DJs y en general un ambiente joven y canchero. La propuesta de “comida de camping”, limpiar tu propia basura y llamar a comer con una campana a determinadas horas (en lugar de que cada uno pida cuando quiere, como en cualquier otro bar) puede sonar excesivamente hipster, pero se lleva con buena onda. Además, es económico: sirven tres variedades de cerveza (rubia, roja y negra) de una pequeña brewery de Martínez a solo $25 el vaso (ok… el vaso no es tan grande, pero aún así, sigue siendo barato). Las opciones de comida son, efectivamente, de camping (tortilla de papas, sándwiches, ensaladas) y nunca superan los 40 pesos. Cierra por lluvia.
Av. Pueyrredón 2501, Recoleta
BUENA BIRRA SOCIAL CLUB: el rincón de culto
El lugar ideal para los verdaderos fanáticos de la cerveza en búsqueda de novedades. Al principio había que pedir la dirección por teléfono, pero luego cambiaron a una política “de puerta abierta” y anuncian la dirección en su página y redes sociales. El bar se ubica en una casa reciclada en Colegiales, caracterizada por un ambiente muy familiar y cálido. ¿Lo distintivo? Elaboran su propia cerveza: tienen cuatro variedades fijas, todas deliciosas (Golden, Stout, IPA y Bitter) y dos que van rotando para que los habitués (que son mayoría) no se aburran. Muchas veces el maestro cervecero está presente y es súper amable, de modo que animate a hacerle preguntas y pedirle todas las recomendaciones que quieras. Los clientes son también muy fans de las originales picadas, entre las que se destaca la “Picada Birrera”: bombas de papa rellenas de cheddar y verdura, bastones de mozzarella rebozados, mini albóndigas, salchichas y un dip. El happy hour se extiende de 18 a 20, todos los días.
Zapiola 1353, Colegiales / T. 15-6428-3457
JEROME: un jardín suelto en Palermo
Este barcito es un buen ejemplo del nuevo “pub irlandés”: si bien hay decoración y memorabilia en esa línea, es mucho más sutil y sencillo que el mar de tréboles al que nos tienen acostumbrados los Irish Pubs porteños. Se trata de un local amplio, muy bien ubicado en una esquina, con techos altos, terraza y un patio ideal para la birra. Ofrecen cinco variedades clásicas (rubia, roja, negra, diablo y original) y siete especiales de Jerome: entre estas, se destacan las Double IPA (que por la cantidad de lúpulo utilizado en la elaboración poseen un cuerpo y un amargor particulares) y las Archangel, que reposan varios años en barricas de roble usadas previamente para añejar vino (y por eso poseen ecos del sabor del vino, en algunos casos muy notorios). Las pintas cuestan entre 50 y 75 pesos, aprox. Cuenta con diversas opciones de picada y comida, incluyendo algunos platos clásicos irlandeses. Abre de lunes a lunes, y el Happy Hour (estricto 2×1, nada de descuentos selectivos) es de 18 a 21.
Malabia 1401 (esq. Cabrera), Palermo Soho / T. 4146-1444
ESPICHE: cerveza y algo más
Espiche parece otro barcito cervecero en San Telmo, cálido y sencillo pero, en varios sentidos, es una rareza. Sirve varios estilos y diversas marcas de cerveza –Kraken y Coleman, entre las más conocidas– y, aunque lo principal de la propuesta pase por la birra, tienen también una carta de cócteles clásicos que no se queda atrás (Manhattan, Old Fashioned, Rusty Nail y demás). La comida es muy buena también; más argentina y menos irish de lo que suele ser en este tipo de lugares. Hay principales como guiso de lentejas o un delicioso pollo a la birra con fritas, además de papas, pizza y picada, pero la mayoría pide por la estrella de la casa: las empanadas, tan ricas como las salteñas. De 18 a 22 hay promos de after office.
Humberto Primo 471, San Telmo / T. 4300-9686
OTRA VUELTA: clima de almacén
Este bar es ideal para los que necesitaban una embajada de San Telmo (o Almagro, quizás) en Palermo: mezcla de bar de viejo y reducto rockero, ofrecen diversas marcas de cerveza (Siete Colores, la misma que en Camping, Antares y otras en esa línea) y unas abundantes y económicas picadas que sus habitués celebran. En el happy hour, de 18 a 20:30, sirven dos pintas a $50: probablemente la cerveza más barata del barrio. Los dueños suelen estar en el lugar y se hacen amigos de los clientes, contribuyendo al clima de camaradería del lugar. Un detallito vintage: el maní, de cortesía, obvio, sale con cáscara, algo que se ve cada menos en Buenos Aires. Quizás no sea el mejor lugar para una primera cita pero con tus amigos la vas a pasar de diez.
Gurruchaga 1324, Palermo Soho / T. 2058-1391
ESPUMA EN LAS AFUERAS
La capital le está quedando chica a la movida gastro y parece que a la cerveza también; quizás por eso a fines del año pasado abrió Hidalgo, la primera cervecería artesanal de Ramos Mejía. Trabajan con Kraken, ofreciendo cinco de sus variedades (una Stout, una IPA, una Irish Ale, una Honey Beer y una dorada) y Warsteiner. El local es enorme (como ninguno en Capital) y está muy bien puesto, con un estilo industrial chic elegante pero casual. Tiene un jardín con almohadones para relajarse, dos plantas y una terraza (dos en realidad, en distintos niveles) pronta a inaugurarse. Abre desde el mediodía y ofrece opciones para comer a toda hora: se destacan las pizzas, las ribs de cerdo (muy abundante) y las papas Almería (papas fritas gratinadas con crema, huevo, panceta y provolone, todo menos sanitas). Una excelentísima opción si andás por la zona oeste o si no te molesta manejar. Sin tráfico, llegás en 20 minutos desde Capital.