El radicalismo sueña hace rato con un desembarco de Ernesto Sanz en un lugar central del gabinete y la candidatura a la ONU de la canciller Susana Malcorra aparece como una oportunidad de hacerle un lugar.
La martingala que promueven los radicales si Malcorra reemplaza a Ban Ki-moon consiste en mudar a Alfonso Prat Gay a la Cancillería, reemplazarlo por Rogelio Frigerio y dejar el Ministerio del Interior libre para el desembarco de Sanz.
Desde allí podría monopolizar la relación con los gobernadores y legisladores, una de las tareas más complejas para este Gobierno. Se trata de una variante de su plan inicial que era proponer a Sanz como reemplazo de Marcos Peña.
La jugada, que los radicales repiten con esperanza, sobre todo porque cuentan con un dato clave: Prat Gay siempre quiso ser canciller y acaso considera que ahora del doble desafío de bajar la inflación y el déficit, sólo contribuirán a desgastar su propio proyecto presidencial, empujado por otro radical: Enrique “Coti” Nosiglia.
La contra es que Frigerio está conforme en Interior, donde busca potenciar su candidatura a gobernador de Entre Ríos.
El ex presidente del Banco Ciudad logró un vínculo ameno con los gobernadores, aunque alterado por la parálisis económica y errores de sus compañeros de Gabinete como aumentarle la coparticipación a la ciudad de Buenos Aires, una torpeza que aceleró el reclamo por la devolución del 15% de los recursos provinciales girado a Anses.
La vacante de la cancillería es motivo de especulaciones desde la asunción de Macri, porque Malcorra llegó con la idea de volver a New York en un año a más tardar. Si logra ser elegida como secretaria general de la ONU, volvería antes.
Prat Gay, por su parte, asumió la incómoda tarea de ministro de Hacienda en época de ajuste con la expectativa de recalar tarde o temprano en la Cancillería, donde se tiene fe para atraer inversiones. En su equipo aún hablan de una mudanza inexorable al edificio de calle Esmeralda. Creen que luego del doble éxito financiero de levantar el cepo y liquidar el default, ahora la gestión económica ingresa en un camino mucho más pedregoso.
En estos meses Sanz logró el objetivo que se trazó cuando rechazó el Ministerio de Justicia: se convirtió en una figura de consulta de Macri, pero ajeno a las complicaciones diarias de su Gobierno. El presidente incluso le ha encomendado gestiones políticas muy delicadas, como un intento de mediación con el empresario del juego Cristóbal López, como reveló en exclusiva LPO.
Se lo ve seguido en el Senado, donde suele tener reuniones improvisadas con Ángel Rozas para bajarle línea. Cuando se debatía la ley para pagarle a los holdouts, lo sacó del Salón Azul y lo llevó al Illía, que estaba semioscuro y sirvió para una breve charla.
Macri es consciente de la falta de músculo político de su Gobierno y por eso reactivó una mesa chica, que marcó el regreso de Carlos Grosso y Nicolás “Nicky” Caputo a la mesa de decisiones del círculo más cerrado del Presidente.
Sin embargo, este dispositivo aunque ayuda, no parece suficiente y sobre todo cuando hay conflicto con el radicalismo, Carrió o ciertos sectores del poder económico, Macri suele convocar a Sanz.
“A Ernesto no hay que crearle cargos, sino concederle tareas. Sólo así Macri lo tendrá en el Gabinete”, sostienen en la UCR, donde cada vez se esperanzan menos en verlo como jefe de Gabinete, donde lo soñaban en diciembre.
Entienden que Peña es el comunicador elegido por Macri y desplazarlo podría ser un innecesario gesto de debilidad. “En la Ciudad casi no hizo cambios de Gabinete y por eso no esperamos tantos. La partida de Malcorra es la posibilidad”, repiten. Y confían en que Sanz será el primer beneficiado con esa vacante.
Fuente: LPO