Se vende Garbarino: quién es el empresario que busca salvar a la cadena de la quiebra

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Se perfila como el nuevo dueño de la mayor cadena de electrodomésticos del país, tras cerrar un acuerdo para que Carlos Rosales se retire del holding

 haber analizado durante 20 días el cuadro de situación y las finanzas de Garbarino, el dueño de la cadena de TV por cable Supercanal se quedará con el 100% del capital social de la principal cadena de electrodomésticos de la Argentina.

La operación sería anunciada en los próximos días o a principios de junio y le dará a Facundo Prado la chance de reemplazar a Carlos Rosales como dueño del grupo que también controla la firma de tecnología Compumundo; la cadena de celulares Tecnosur; la fábrica de electrónica Digital Fueguina; Garbarino Viajes y la Financiera Fiden (que emite las tarjetas de crédito de Garbarino y Compumundo).

Por estas horas, Prado y Rosales se encuentran ultimando los detalles del traspaso que, según fuentes cercanas al deal, no incluirá una suma como parte de pago sino que el comprador se hará cargo de las deudas por $2.700 millones que acumula por cheques impagos y de mantener el plan de refinanciación del pasivo tanto con los bancos como con los proveedores.

Facundo Prado, cerca de quedarse con la cadena Garbarino.

Facundo Prado, cerca de quedarse con la cadena Garbarino.

Cambio de planes para Garbarino

De hecho, este sorpresivo cambio de timón en Garbarino se explica por un “error de cálculo” que habría cometido Rosales en junio del año pasado, cuando el también es protesorero del club San Lorenzo de Almagro y propietario del grupo asegurador PROF y de la AM Continental, se quedó con la mayoría accionaria, en plena crisis de la pandemia.

Su plan era sanear las cuentas y ordenar la relación con los proveedores, además de buscar presencia regional, expandiéndose a otros mercados extranjeros y profundizar las ventas online.

Un combo que también incluía la transformación de las sucursales en tiendas online con punto de entrega (picking point); que le permitía a los proveedores potenciar sus marcas de la mano de ofertas, promociones y planes de cuotas dirigidos a los consumidores.

Es decir, dar un fuerte impulso al comercio electrónico y cerrar acuerdos con firmas de delivery para que los clientes puedan comprar de manera remota.

En ese momento y con los 200 locales cerrados o funcionado sólo bajo la modalidad de delivery, los 4.300 empleados de Garbarino recibían ayuda financiera del Gobierno a través de los programas de salvataje para trabajadores afectados por las medidas sanitarias para combatir el coronovirus como el ATP.

A esto se le suman medidas del Gobierno que imponen restricciones a las importaciones de ciertos productos y componentes que Garbarino necesita para comercializar y para su planta de Tierra del Fuego.

Tampoco logró reducir sus costos fijos para transformar su estructura en cuanto a cantidad de empleados y locales a un escenario como el que le toca atravesar.

Si bien la empresa se había anotado al Repro para también acceder a la ayuda oficial y el escenario estable de principios de año hizo que sus ventas repuntaran, por lo menos hasta marzo pasado, el regreso de las restricciones estrictas y la finalización del ATP puso las finanzas de la empresa nuevamente en una situación sensible y con un futuro incierto.

Por eso, 10 meses después, Rosales debió salir a buscar fondos frescos para sostener las actividades y hacer frente al proceso de refinanciación de la millonaria deuda cercana a los $12.000 millones con bancos y proveedores que heredó de los anteriores dueños de la cadena.

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