Qué pasó con la tumba del “Petiso Orejudo”: el duro final de un criminal atroz

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Cayetano Santos Godino, más conocido como “El Petiso Orejudo”, llevó a cabo algunos de los crímenes más siniestros de la historia argentina. A quiénes asesinó, las versiones en torno a su muerte y qué pasó con los restos de su tumba.

Si hay una historia que todavía genera escalofríos en la Argentina pese al paso del tiempo es la de Cayetano Santos Godino, que se hizo popularmente conocido como “El Petiso Orejudo”. Nueve años después de su nacimiento, que tuvo lugar el 30 de octubre de 1896, el niño de entonces 7 años cometió su primer asesinato: le pegó con una piedra a un pequeño de 2 años y lo llevó a un terreno abandonado. Luego, y como si fuera poco, cometió otros tres crímenes y diversos intentos de homicidios.

Como ocurrió en tantas otras oportunidades, los organismos de seguridad podrían haber evitado más delitos de Santos Godino. Es que, en 1906 y a raíz de que su padre Fiore Godino lo encontró torturando aves, terminó preso durante dos meses. De todas formas, fue dado en libertad y, lamentablemente, volvió a cometer otros asesinatos.

Las etapas de “El Petiso Orejudo” por prisión fueron varias: en 1912 volvió a quedar detenido por el crimen a Jesualdo Giordano y tiempo después confesó los delitos que cometió. De todas formas, el juez Ramos Mejía lo acusó de “irresponsable” en 1914 y lo dejó en libertad. Lo trasladaron al Hospicio de las Mercedes, actualmente llamado Hospital Borda, y más tarde pasó por la Penitenciaría Nacional. Finalmente, en 1923 terminó en “La Cárcel del Fin del Mundo”, que ya no funciona como una prisión y que hoy por hoy se lo puede visitar con fines turísticos.

El 15 de noviembre 1944, “El Petiso Orejudo” murió debido a una hemorragia interna. Tenía 48 años y, de acuerdo a lo que indican algunas versiones, sufrió varios golpes de los guardacárceles y también de otros presos. Incluso, hay rumores de que asesinó al gato que los reclusos tenían en el lugar y que, en una ocasión, terminó internado durante casi un mes debido a los golpes. En 1947, “La cárcel de El Fin del Mundo” cerró y los restos del criminal fueron profanados.

“El Petiso Orejudo” asesinó a 4 niños. También tuvo 7 intentos de homicidios y trató de incendiar varios edificios. A continuación, la cronología de los asesinatos que cometió:

El 29 de marzo de 1906, “El Petiso Orejudo” cometió su primer asesinato. Se trata de María Rosa Face (3 años), a quien llevó un terreno baldío de la calle Río de Janeiro y trató de estrangularla. Luego, la enterró viva en una zanja y la cubrió de latas. La pequeña jamás fue encontrada porque en dicha zona se construyó una casa. Nunca se supo qué fue de sus restos.

El 9 de septiembre de 1908, Cayetano llevó a Severino González (2 años), a una bodega ubicada frente al colegio Sagrado Corazón. Lo sumergió en una pileta para caballos y después lo tapó con una tabla para ahogarlo. Zacarías Caviglia, dueño del sitio, descubrió al joven criminal, aunque su justificación fue que una mujer vestida de negro había cometido el asesinato. “El Petiso Orejudo” fue llevado a la comisaría y luego sus padres lo retiraron.

El 26 de enero de 1912, Arturo Laurora (13 años) fue encontrado muerto luego de que el propio Godino confesara el hecho. Según las autoridades, había recibido golpes, estaba semidesnudo y tenía una cuerda en el cuello.

El 3 de diciembre de 1912, y tras culminar un desayuno con sus padres en su casa, “El Petiso Orejudo” salió a dar vueltas por la calle y se encontró a Gesualdo Giordano (3 años), a quien convenció para ir a comprar unos caramelos en un almacén. Luego de convidarle algunas golosinas, le prometió a la víctima convidarle algunas más si lo acompañaba a la Quinta Moreno (actualmente, el Instituto Bernasconi). Allí, tomó una cuerda y lo ahorcó. Gesualdo se resistió y Godino le ató los pies y las manos. Inmediatamente después, procedió a buscar un clavo para introducírselo en la cabeza. En el camino, se encontró al padre del niño, quien lo buscaba por todas partes. Para despistarlo, le dijo que fuera a hacer la denuncia a la policía. Y continuó con su plan: encontró un clavo, tomó una piedra y lo terminó de asesinar. Durante el velorio, el criminal fue visto llorando. Un grupo de policías notó ciertas actitudes del joven y prosiguieron a detenerlo. ¿Qué encontraron? Un trozo de diario en el que se relataba el asesinato y un pedazo de cuerda con el que había cometido el homicidio.

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