Pasión por ver a la Selección Argentina.

Chris, un joven de 18 años, se trepó a un techo para poder ver la práctica. Más allá de un breve incidente con la Policía, logró su cometido.

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No hay mucho clima de Copa América en las calles de California. Aquí, en San José, la ciudad al Sur de San Francisco que alberga a la Selección argentina, se mantiene la calma en el aspecto estrictamente futbolístico. Todas las miradas se posan en las finales de la NBA y del hockey sobre hielo (la NHL). Pero de a poquito va tomando color, a medida que se acerca el día del debut del conjunto nacional, el lunes ante Chile en Santa Clara (a las 23 hora de Argentina).

Van apareciendo algunos fanáticos criollos que viven por estos lados del planeta y que se acercan para ver aunque sea a la pasada a sus ídolos. Y también están los norteamericanos que entienden al menos un poco de fútbol -o de soccer, como ellos le llaman- y que se sienten atraídos por la Selección del Tata Martino.

Como Chris, un joven de 18 años que vive justo enfrente del predio deportivo de los Spartans, el lugar donde se entrena todos los días el equipo celeste y blanco. Y como el acceso a la práctica está vedado para los que no son periodistas, Chris encontró una forma de ver a las estrellas argentinas. Descalzo y en cuero (al mediodía la temperatura supera los 30 grados), se subió al techo de su casa y, parado sobre las tejas, logró una vista privilegiada del ensayo a puertas cerradas que diagramó Martino este jueves.

“Se ve todo”, les cuenta en inglés desde arriba a los periodistas que, sorprendidos, le consultan desde abajo. “¡Meeeeeeeessi!”, grita desaforado, sin saber que La Pulga todavía no llegó a los Estados Unidos (se lo espera para la madrugada del sábado). El pibe de pelo afro y piel morena también dice que admira a Pocho, por Lavezzi, con quien comparte un poquito de locura.

De pronto, algo interrumpe bruscamente su divertimento. Un patrullero de la Policía de San José estacionó en la puerta de su hogar. Un oficial bajó del vehículo y amablemente le ordenó que se bajara de allí. Chris, sin pensarlo dos veces, obedeció.

Una vez en planta baja, el morocho salió a la calle mostrando una remera de entrenamiento de la Selección. El policía, entre sonrisas, se metió al patrullero y se fue por donde vino. Chris, un fanático del soccer y del fútbol américano, deportes que también practica -según explicó-, dejó la escalera portátil preparada para treparse nuevamente en la próxima práctica de la Selección. Ya todos lo conocen como el loco de la zotea de San José.

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