Docente fue asesinada por una jauría de perros

El cuerpo de Sara Noemí Gaspani, de 58 años, fue encontrado en una zanja mientras era mordido por canes. La Justicia analiza la responsabilidad penal de la dueña de los animales

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El sábado 26 de diciembre pasado, una pareja caminaba por la ciudad bonaerense de Benito Juárez, 400 kilómetros al sur de la Ciudad de Buenos Aires, cuando al llegar a la zona de avenida Saavedra y la calle Los Robles los dos vieron el cuerpo de una mujer en una zanja entre los pajonales mientras era mordido por una jauría de perros con sus mandíbulas ensangrentadas. Ya estaba muerta, con una herida profunda en el cuello.

La víctima fue identificada rápidamente: se trataba de Sara Noemí Gaspani, una docente de 58 años reconocida en la zona por su trabajo en distintos establecimientos educativos, por lo que la noticia conmocionó a la ciudad.

La primera hipótesis fue que Sara había sido brutalmente asesinada por los perros, pero aún no se descartaba que hubiera muerto en otra circunstancias y luego su cuerpo abordado por los animales. “Había salido a correr. Tenía auriculares, ropa deportiva y llevaba una pequeña botella con agua cuando la hallaron muerta”, señaló una fuente cercana a la causa al diario El Tiempo.

La autopsia terminó de confirmar la sospecha: el informe de los peritos forenses habló de una muerte “rápida y traumática” causada por las múltiples mordidas tanto “penetrantes” como “desgarrantes” que recibió en todo el cuerpo de al menos seis perros. La herida que desencadenó su fallecimiento, sin embargo, fue la mordedura de un perro grande en la zona del cuello que le provocó un paro cardiorrespiratorio traumático, según concluyeron los peritos.

Algunos días más tarde, con el avance de la investigación, la Justicia de Azul comenzó a analizar que la presunta dueña de los animales sea imputada por “homicidio culposo”. Según informó la prensa local, fue su propio hijo quien declaró que su madre tiene varios perros en su casa que “adopta porque son abandonados” y los retiene en una propiedad ubicada cerca de donde fue hallado el cuerpo de la docente.

Un informe incorporado a esta causa penal indica que luego del hecho la mujer había entregado dos de esos perros que tenía a personal de Bromatología, a los cuales les tomaron muestras, teniendo en cuenta que en sus pelajes presentaban manchas que serían de sangre humana.

De acuerdo al mismo medio, en la causa consta la declaración testimonial de un vecino de la zona, que señaló que días antes de que la docente fuera atacada él había sufrido un episodio similar cuando había salido a correr por ese camino y sufrió lesiones por las que debió ser atendido.

Ante ese cuadro, la jueza Magdalena Forbes, la titular del Juzgado de Garantías N° 1 de Azul, ordenó un allanamiento en la casa de la mujer con el fin de secuestrar “canes, vivos o muertos” en el predio para “establecer data de la muerte aproximada y tomar medidas de los mismos, determinar raza y abertura de la dentadura como así también cualquier otro dato de interés para la investigación”.

En ese procedimiento, efectivos de la Comunal y del área de Bromatología de la Municipalidad de Benito Juárez encontraron varios perros muertos y enterrados dentro del terreno, que presuntamente habrían sido recientemente envenenados. También se llevaron perros vivos y el vecino que contó haber sido atacado los reconoció como los animales que también lo lastimaron a él.

Según el relato ante el fiscal de la joven que encontró el cuerpo junto a su novio, luego del hallazgo una mujer, que sería la vecina investigada por la muerte, salió de una casa cercana y llamó a los perros, que le obedecieron y se retiraron de encima del cadáver.

La investigación, que está en manos del fiscal Alejandro Carballo de la UFI N° 2 de Azul, sigue caratulada como “averiguación de causales de muerte” pero podría cambiar si la Justicia comprueba que los perros muertos en la casa de la mujer fueron los que asesinaron a Sara Gaspani.

En los días siguientes al hecho, varios vecinos, colegas y amigos de Sara despidieron a la docente en redes sociales y contaron hechos similares ocurridos recientemente en la zona. Hace tres días, un hombre relató que su nieta de dos años había sido atacada por perros callejeros durante un paseo y lamentó en un texto publicado en su Facebook que no haya medidas de protección para los vecinos ante esos ataques.

La capacidad de daño de los perros quedó probada en casos anteriores donde otros salvajes ataques terminaron en tragedia. En julio de 2019, una mujer trans fue atacada en en el cruce de Nicolás Copérnico y la colectora del Acceso Oeste en Moreno por dos perros pitbull que escaparon de una quinta cercana. Su cuerpo fue encontrado en un estado lamentable: una serie de lesiones en el cuello provocaron un corte profundo en la arteria carótida y una fractura en la tráquea que le provocaron la muerte. También tenía heridas en las piernas, las cervicales partidas y la cabeza prácticamente arrancada del cuerpo.

En junio de 2020, en la localidad platense de Altos de San Lorenzo, Dilan Escudero, un joven de 19 años, fue asesinado por dos perros –uno de ellos de raza pitbull– ante los ojos de una tía, su novia y vecinos de la zona en un presunto intento del joven de ingresar a una casa a robar. Su familia aseguró que Dilan, que había sufrido la muerte reciente de su madre y estaba bajo tratamiento psicológico, no estaba cometiendo un delito.

Los efectivos de la Policía Bonaerense que presenciaron la escena sacrificaron de un disparo a uno de los canes y el joven fue trasladado de urgencia en una ambulancia del SAME al Hospital San Martín de la ciudad, donde falleció tiempo después a causa de una mordida de gravedad en la tráquea.

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