Concursos y quiebras: abogados advierten que la ola más grande recién se está armando

La cantidad de consultas en los despachos jurídicos duplica las de 2018. Aunque se está lejos de la crisis de 2002, ya es más grave que en el kirchnerismo

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En los días que corren, los despachos de los abogados pueden ser un mejor lugar para predecir la economía que las propias consultoras de la City. A fin de cuentas, fue allí que se encendieron las primeras luces de alarma, hace medio año, sobre el movimiento inusual de empresas que se preparaban para ingresar en concurso preventivo o, directamente, pedir la quiebra.

Ese nerviosismo ante lo que parecía un primer síntoma de recesión se vio justificado por la ola de empresas concursadas que se está viendo actualmente. La caída del consumo local primero y el encarecimiento del costo de financiamiento después, hicieron inviables a muchas empresas.

Los números son contundentes: según un relevamiento elaborado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) en base a información publicada en el Boletín Oficial de Capital Federal y de la provincia de Buenos Aires, entre 2016 y 2018 hubo 2.982 empresas que acudieron a la justicia para solicitar la quiebra o bien para iniciar una convocatoria de acreedores que permitiera reestructurar la compañía.

En materia de quiebras, hubo una suba del 19% desde que inició la gestión de Mauricio Macri: se pasó de un número de 666 quiebras en 2016, a 716 en 2017 y a 795 en 2018. Y en cuanto a los concursos preventivos, en 2016 fueron 210, en 2017 llegaron a 227 y en 2018 alcanzaron los 368, un 75% más en tres años.

Pero el tema no se agota en estos números. Porque, a juzgar por lo que está ocurriendo hoy en esas oficinas de abogados, hay una nueva mala noticia: la verdadera ola de concursos y quiebras todavía está por llegar, y se está armando ahora mismo en los despachos legales.

De acuerdo a los especialistas consultados por iProfesional, esto se debe a que muchas empresas recién ahora están terminando de recibir de manera directa el impacto de la devaluación que llevó el dólar de los 20 a los 40 pesos.

Pero este escenario está muy lejos de encontrar la puerta de salida. Ocurre que las firmas que lograron capear la tormenta del dólar no quedaron totalmente indemnes: comienzan a sufrir las consecuencias de la profundización de la caída de la actividad económica y el consumo.

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