USA: “MILLONES DE PERSONAS RENUNCIAN A SUS TRABAJOS”.

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Llegó a USA un fenómeno que aún se intenta entender, bautizado como La Gran Renuncia. Millones de personas dejan sus trabajos cada mes. ¿Por qué?

En USA el fenómeno es tan asombroso que los economistas ya le han puesto un nombre: La Gran Renuncia. Especialistas de todas las disciplinas se rompen la cabeza para entender qué está pasando: por qué los estadounidenses están renunciando a sus trabajos en masa.

En septiembre, un número récord de 4,4 millones de estadounidenses -un 3% de la fuerza de trabajo- renunciaron a sus empleos.

Pero el récord se viene rompiendo mes a mes: en agosto también se había roto el récord previo, cuando 4,3 millones de personas renunciaron a sus empleos -alrededor del 2,9% de la fuerza de trabajo-.

Ya en febrero de 2020, antes de que la gran ola de despidos por la pandemia tuviera lugar, el 2,3% de los trabajadores habían renunciado a su trabajo.

En abril se registró el primer pico de salidas y desde entonces, en torno a 4 millones de personas abandonaron voluntariamente, cada mes, la población activa laboralmente.

En muchos casos la baja no va acompañada, o al menos no inmediatamente, de búsqueda de un nuevo empleo.

¿Por qué tanta gente en USA está renunciando a su empleo?

Algunos economistas creen que esta ola de dimisiones voluntarias es una especie de huelga silenciosa.

 

Los trabajadores renuncian porque están hartos de la baja paga, las pobres condiciones de empleo y la idea de que el trabajo deba ser el centro de sus vidas.

¿Fue la pandemia el puntapié para este fenómeno? Al parecer, no, apunta Forbes. Las renuncias ya estaban en cifras récord en 2019.

 

Sin embargo, Uno de los factores que más se citan para explicarlo son los ahorros acumulados gracias a la inyección de estímulos contra la pandemia del Gobierno federal, explica el diario El País (pero no es el único ni alcanza para explicarlo en toda su magnitud).

Estos estímulos, de cualquier manera, ya han expirado. Su expiración no provocó un regreso en masa a la fuerza de trabajo.

 

Otros especialistas, como Martha Maznevski, profesora de comportamiento organizacional en la Escuela de Negocios Ivey, en la Universidad Western en Ontario -citada por Forbes-, creen que el fenómeno condensa el deseo y la búsqueda de mejorar nuestra experiencia colectiva, su descubrimiento activo.

En ese punto sí la pandemia habría tenido una incidencia: dio a las personas tiempo y espacio para meditar sobre el lugar que ocupaba el trabajo en sus vidas. Esto es especialmente notable para los estadounidenses, quienes trabajan más horas que la mayoría de los otros países industrializados.

Al margen, explica el portal Vox, la pandemia del Covid-19 hizo que muchos estadounidenses que habían dado su vida al trabajo todos estos años, descubrieran que las compañías los despedían en menos de medio segundo. Ahora, que la economía se recupera y las compañías los quieren de vuelta, ellos no quieren volver.

Lo que traerá aparejado este fenómeno, creen algunos, es una gran reformulación de la cultura del trabajo, ante un sistema quemado y que ha quemado a muchos.

 

Algunas empresas están empezando a mejorar sueldos y condiciones de trabajo, en un esfuerzo por retener a sus trabajadores.

“Trabajé desde julio de 2020 hasta septiembre de 2021 como recepcionista en un complejo de apartamentos para mayores en Nueva Jersey; a tiempo completo, por 12 dólares la hora. La compañía ofrecía seguro médico, seguro de vida y un plan limitado de pensiones, pero como tengo más de 65 años y me corresponde Medicare, prescindí del seguro médico. Medicare (cobertura pública para mue ayores) es mejor”, explica Phyllis Curran O’Neill, de 67 años. Otra característica del sistema son las contadísimas bajas médicas de los empleados para no sufrir recortes en el sueldo, cita El País. El detonante de su salida fue el exceso de trabajo y, por ende, el estrés y el agotamiento emocional. “A medida que pasaban los meses, noté cómo aumentaban mis responsabilidades hasta el punto de que un día me vi tan sobrepasada que estallé y grité: ‘¡Quiero más dinero por hacer esto!’. Después del arrebato sentí que mi comportamiento había sido inaceptable y decidí que era hora de irme”.Otro ejemplo que trae El País: Peter Christophe Atwill, de 25 años, licenciado en Políticas y Económicas, renunció a un trabajo en Bloomberg, donde era gestor de una cuenta empresarial, porque no se encontraba a gusto. “No encajaba, no acababa de sentirme cómodo”, explica. “Trabajaba con asesores fiscales y contables, ayudándoles en las declaraciones de impuestos a través de nuestras plataformas, para que puedan incrementar el valor de sus negocios gestionando mejor sus gastos”, explicó. Pero decidió emprender un nuevo rumbo profesional, “sabiendo que voy a ganar el 50% de lo que percibía en Bloomberg”.

Irene San Segundo, periodista de 36 años de Nueva York, renunció luego de que la pandemia la hiciera reflexionar sobre la vida que estaba viviendo. “Era el trabajo mejor pagado que he tenido, me trataban estupendamente…, no había una fuerza mayor, una enfermedad, nada (N de la R: que justificara su renuncia). Pero el exceso de reuniones por Zoom durante la pandemia fue la razón que más me empujó a decidirme, porque llevaba una vida con el piloto automático: jornadas de 10 horas, siempre conectada…, la vida de la marmota. El Covid-19 aceleró la sensación del tiempo, es como si nos hubieran robado 2 años. Ya me había planteado dejarlo antes de la pandemia, sin ahorros, pero el Covid-19 fue determinante para dar el paso”, explica, confiando en que el fenómeno de la Gran Renuncia “implique un cambio de prioridades”. “Por primera vez me he dado permiso para elegir, antes era solo tirar para adelante”. Un mes y medio después de dar el paso, con un colchón de ahorros, San Segundo se siente como si le hubiese “tocado la lotería”. Está mucho más implicada en un voluntariado con la tercera edad que antes realizaba a salto de mata; tiene una lista de actividades “de 9 a 5″ (el horario tradicional de oficina en EE UU), y ganas de escribir por placer, no por obligación. “Si me dieran a elegir tres deseos, tengo claro cuál sería el más valioso: el tiempo”.Monique Jackson, diseñadora gráfica de 38 años especializada en estrategia publicitaria en redes, decidió dejar su trabajo en 2020 luego de que 3 primos suyos y un amigo de la familia murieron a consecuencia del Covid-19: “Me di cuenta de que ellos ya no podían vivir sus vidas y yo ya no podía malgastar la mía. Entonces me prometí que acabaría 2020 mejor de como empecé”, explicó a El País desde Tulsa (Oklahoma). “Me tomé un descanso sabático para recuperar la creatividad sin restricciones”. En ese lapso lanzó varios proyectos, incluidos un ‘podcast’ y su propia consultoría de diseño, “enfocada a potenciar negocios y congregaciones liderados por mujeres afroamericanas e hispanas”.

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