Son mujeres capacitadas en construcción por el municipio de Avellaneda. El martes AF inauguró las 48 casas en La Saladita, y las presentó como «las albañilas».
“Cuando se da vuelta, nos mira y dice: ‘gracias a las albañilas’, nosotras estallamos, de la alegría, por la emoción que teníamos”, recuerda Andrea Figueras. Ella es una de las “albañilas” a quienes el presidente Alberto Fernández agradeció especialmente esta semana, por el trabajo que realizan en la construcción de viviendas en el barrio La Saladita, de Avellaneda. El episodio popularizó el término “albañilas”, y valorizó el trabajo de estas mujeres en un gremio de corte masculino. Fue el martes pasado, en horas del mediodía, durante la entrega de 48 viviendas de las 132 que componen el barrio. Allí se realizaron también obras hídricas, viales y de puesta en valor del entorno urbano.
Junto al presidente Fernández, el gobernador Axel Kicillof, el ministro de Hábitat Jorge Ferraresi y el intendente local Alejo Chornobroff; la cuadrilla de obreras mujeres asumió el lugar protagónico y festejó la distinción. “Después me lo criticaron a Alberto por decirnos así, lo vi en televisión, pero somos albañilas, y estamos orgullosas –explica Andrea a Página/12–, porque la construcción siempre fue cosa de varones, pero nosotras empezamos a trabajar el 5 de octubre, y el 5 de mayo, justo para mi cumpleaños, cumplimos siete meses de obra”. Andrea coordina esta cuadrilla de mujeres y su relato construye identidad femenina en un mundo masculinizado
“Yo estaba justo atrás del presidente –cuenta Deborah Quiroga–, y cuando dijo ‘albañilas’ me dio risa y me surgió el aplauso, fuerte, para apoyar y para que se siga. Porque si nosotras pudimos hacer esto, se puede hacer más, mucho más”. Deborah es una de las integrantes de esta cuadrilla femenina que surge en Avellaneda en la emergencia sanitaria. Fue cuando Magdalena Sierra, hoy jefa de Gabinete de esa localidad, logró convencer a los hombres del municipio de armar grupos de mujeres para amplificar el alcance de programas como el Potenciar Trabajo.
“Las mujeres no tienen fuerza para la construcción, me decían”, recuerda Sierra. “Pero yo sabía que las mujeres podíamos hacerlo, porque si un varón hombrea una bolsa, sólo, las mujeres podemos hacerlo entre dos, ¡o usar carretilla!”, explica desde el sentido común. Arquitecta y feminista, Sierra detalla: “siempre tuve una asignatura pendiente en la construcción, un gremio donde la división sexual del trabajo cayó del lado de los varones. La obra es una actividad vedada a las mujeres. Las arquitectas o las ingenieras, en parte pudimos superarlo. No así las trabajadoras”.