Macri dejaría un 40% de pobreza en el 2019 apenas como piso

¿Qué sucedió con la pobreza durante el gobierno de Mauricio Macri? Se pasó del plan "Pobreza Cero" a incrementarla 10% por arriba del mejor registro de Cambiemos, que fue 25,7%. Representan 4,5 millones de "nuevos" pobres.

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Parte de la campaña presidencial de Mauricio Macri en 2015 se basó en la promesa de alcanzar la “Pobreza Cero”. No obstante, a poco de asumir reconoció que eso era, en realidad, una expresión de deseo, y que a lo que se comprometía era a su disminución persistente, pues solo en el largo plazo podría erradicarse. Al conocerse el primer dato de pobreza por ingresos de su Gobierno, del segundo trimestre de 2016, pidió que ese sea el termómetro mediante el cual se evalué su gestión. Luego, cuando a mediados de 2018 ese termómetro empezó a marcar temperaturas cada vez más elevadas pidió que se lo cambie y que en lugar de mirar la “coyuntura” con la pobreza por ingresos, se ponga el foco en lo “estructural” (o “multidimensional”), que es lo que “le cambia de verdad la vida a la gente”.

¿Qué sucedió con la pobreza (por ingresos y estructural) durante el gobierno de Macri?
En el caso de la pobreza por ingresos, con la forma actual de medirla, en el primer semestre de 2019, la tasa de pobreza alcanzó al 35%-35,5% de la población. Esto surge de promediar el 34% que arrojó el primer trimestre y el 36%-37% en que se habría ubicado en el segundo trimestre, de acuerdo con la evolución del mercado de trabajo y del poder adquisitivo de salarios, jubilaciones y asignaciones familiares (el segundo trimestre, por razones estacionales, a condiciones más o menos constantes de la situación económica, muestra el mayor valor de pobreza del año).

¿Qué implica este 35% de pobres en la primera mitad de 2019? Resulta casi 10 puntos mayor que el mejor registro de Cambiemos, correspondiente al segundo semestre de 2017 (25,7%). Si se compara con el primer dato semestral del INDEC, encontramos unos 5 puntos más de pobreza que a fines de 2016 (30,3%).

¿Qué muestra la comparación contra 2015?
Dado que no existen datos oficiales para ese año (intervención del INDEC y apagón estadístico posterior), la intensión del gobierno fue mover la vara para ubicar la pobreza en un nivel inicial alto. La estrategia es simple: el dato contra el que se compara es el primero del “nuevo INDEC” del segundo trimestre de 2016, que fue 32,2%.

En eso se basaron, por ejemplo, Macri, en los días previos a la divulgación del 32% de fines de 2018, para decir que “estamos como cuando empezamos”, y Vidal, pocas semanas antes de las PASO, para afirmar que “estamos como al principio” (y que “fueron años difíciles, no para los más pobres”).

Sin embargo, esta estrategia discursiva es insostenible por tres motivos:

El dato del segundo trimestre de 2016 fue publicado por el INDEC como excepción para demostrar la recuperación de este indicador ante la demanda de la opinión pública, pero no es considerado “oficialmente” (la mejor prueba es que no lo incluye en la serie de los informes de resultados, que comienza con el segundo semestre de 2016).
Como dijimos, por razones de estacionalidad -aguinaldo, efecto paritarias- el segundo trimestre tiende siempre a dar más alto (por esta razón, el INDEC publica datos semestrales y no trimestrales).
Cambiemos asumió el gobierno el 10 de diciembre de 2015 y no a mediados de 2016: producto del impacto en la inflación de la devaluación de fines de 2015 y de los “tarifazos”, la pérdida de poder adquisitivo entre el promedio de los meses del segundo semestre de 2015 y del segundo trimestre de 2016 fue del 16% en la mediana del salario privado registrado (el segmento más protegido del mercado de trabajo) y del 11% en las jubilaciones. Traducido a incidencia en la pobreza, implica un aumento de unos 6 o 7 puntos porcentuales.
Si bien nunca podremos saberlo con certeza, las fuentes secundarias (oficiales e incuestionadas) sobre perceptores de ingresos y poder adquisitivo permiten estimar con un alto grado de precisión que a fines de 2015 la pobreza se ubicó en torno al 25% (valor similar a fines de 2017), unos 10 puntos menos que el 35% estimado para la primera mitad de 2019.

Esta diferencia es absolutamente razonable si se tiene en cuenta que entre ambos periodos la mediana del salario privado registrado perdió 20% de poder adquisitivo, la jubilación mínima cayó 17% y la AUH 15%; además, hubo un fuerte deterioro del mercado de trabajo (por ejemplo, la cantidad de puestos de trabajo asalariados del sector privado registrado sobre población económicamente activa disminuyó cerca de 5%).

Qué pasó con la pobreza estructural durante la gestión de Macri
Ahora bien, si es innegable que la pobreza por ingresos aumentó ¿es cierto que la pobreza estructural mejoró? Responder esto requiere matices.

En primer lugar, la pobreza estructural baja (casi) sistemáticamente. El mejor ejemplo de esto lo tenemos con las Necesidades Básicas Insatisfechas, que se estiman con datos censales: la población con NBI pasó de 27,7% en 1980 a 12,5% en 2010 (mientras que la pobreza por ingresos era en 1980, como máximo, la mitad que en 2010).

En segundo lugar, casi siempre los datos que los funcionarios difunden suelen estar sesgados y no resisten un análisis riguroso. Quienes se van, cuentan lo que hicieron, lo que estaba a mitad de camino y lo que licitaron; quienes están en el poder, vuelven a contar como propio lo que estaba casi terminado, lo que hicieron, lo que están haciendo pero no van a terminar, y lo que tienen pensado a futuro. Por otro lado, se mezcla obra nueva con refacción o mejoras, etc. Finalmente, es difícil conocer cuánto hacen (y/o financian) la Nación, las provincias y los municipios.

Con relación al gobierno nacional, llama la atención el énfasis discursivo en la inversión en infraestructura, cuando en los primeros tiempos de su gestión parte de lo que ya estaba en curso se frenó para auditar lo aprobado o licitado por el gobierno anterior, mientras que desde mediados de 2018 prácticamente se paralizaron los gastos en capital en aras de lograr las metas de déficit fiscal acordadas con el FMI.

Avances mínimos contra la pobreza estructural
En este escenario, ¿a qué datos podemos recurrir? Si bien el INDEC no cuenta con un indicador continuo de pobreza estructural o multidimensional, sí empezó a publicar, tomando como base la Encuesta Permanente de Hogares (la misma de la pobreza por ingresos), indicadores sobre condiciones de vida de los hogares (vivienda, acceso a servicios, salud y educación).

¿Y qué nos encontramos cuando miramos esos datos? Los avances entre 2016 y 2018 son ínfimos, en muy pocos casos las diferencias llegan a ser estadísticamente significativas, y no se observa ningún salto cualitativo que sostenga la afirmación presidencial de “mejoras en lo estructural”.

El porcentaje de población que vive sin cloacas, sin agua corriente, en viviendas deficitarias a fines de 2018 era muy parecido a lo que había en 2016, y las pocas mejoras no son novedad, sino que continúan tendencias previas, como puede observarse al comparar con los datos de 2006 (último periodo previo a la intervención del INDEC).

Por caso, el hacinamiento bajó de 5,3% en 2016 a 4,5% en 2018, pero esto continuó la tendencia previa, ya que en 2006 era de 8,5%.

Además de las variables educativas (cuya evolución es inercial, y, obviamente, no puede arrogarse una gestión de menos de cuatro años), solo otro se observa una leve caída de la población que vive cerca de basurales.

La población sin acceso a un servicio público básico (agua corriente, cloacas y gas de red) a fines de 2018 era de 50,1%, apenas unas décimas menos que en 2016 (50,6%), frente a 54,3% en 2006. En contrapartida, ha empeorado (por fuera del margen de error), el acceso al saneamiento adecuado y la proporción de propietarios de la vivienda.

Dónde quedaron las promesas de Cambiemos sobre la pobreza
Todos estos datos muestran también lo lejos que quedaron las promesas iniciales de Cambiemos: 100% de cobertura de agua corriente y 75% de cloacas, un millón de créditos hipotecarios….

Queda claro entonces que entre el inicio del gobierno de Cambiemos y mediados de 2019 no hubo “pobreza cero”, sino todo lo contrario: 10 puntos más de pobreza por ingresos, que, extrapolando los resultados de las grandes ciudades en que se mide a todo el país, representan a cerca de cuatro millones y medio de “nuevos pobres”, esto es personas que pasaron a tener ingresos inferiores a la línea de pobreza (unos $33 mil para un hogar tipo del GBA en agosto de 2019). Pero no solo quienes quedan clasificados estadísticamente como pobres la pasan mal: el aumento de la pobreza denota también que el deterioro del poder adquisitivo alcanzó a la gran mayoría de la población.

Y en lo estructural, los únicos datos oficiales de los que disponemos, producidos por el INDEC, no muestran más que magros avances, que en el mejor de los casos continúan una tendencia previa, sin que nada dé cuenta de un salto cualitativo en el acceso a infraestructura y servicios básicos.

Cabe resaltar que los datos presentados llegan hasta el primer semestre de 2019 y, por tanto, no tienen en cuenta el impredecible, aunque ya fatídico panorama actual: incluso si el dólar, se mantuviera en el orden de los $60-$65 de aquí a fin de año (hoy, casi el mejor escenario imaginable), difícilmente la pobreza quedaría por debajo de un piso del 38%-40% en la segunda mitad de 2019.

En definitiva, a la luz de esta evidencia, es claro que la dramática situación social fue la causa, y no la consecuencia, del pésimo resultado obtenido por el oficialismo en las PASO.

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