Los mejores inventos tecnológicos que surgieron por error

Algunos de los grandes desarrollos tecnológicos modernos fueron fruto de la casualidad. La historia detrás de esos hallazgos y de los “genios por accidente” que llegaron a ellos.

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Dicen que la necesidad es la madre de todos los inventos, pero muchas veces es más bien la casualidad o los errores los que derivan en grandes descubrimientos. Aquí, algunos de los mejores ejemplos de ese tipo de hallazgos.

El microondas

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Este electrodoméstico, tan presente en las cocinas actuales, fue hijo de la casualidad. El ingeniero estadounidense Percy Spencer, que trabajaba para la empresa Raytheon, estaba investigando nuevas maneras de mejorar el funcionamiento del radar.

En su lugar de trabajo estaba rodeado de magentrones, que son dispositivos que transforman la energía eléctrica en microondas electromagnéticas.

Así, en medio de pruebas e investigaciones, un día Spencer descubrió que un chocolate que tenía en el bolsillo se derritió al estar frente a esos equipos.

Fue de este modo como descubrió el impacto de las microondas electromagnéticas de baja intensidad en los alimentos. Fue el comienzo de este electrodoméstico, que se comenzó a vender, en Estados Unidos, en 1947 y que hoy está tan presente en la vida cotidiana de millones de personas.

Rayos X

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Los rayos X son radiaciones electromagnéticas invisibles, que pueden atravesar cuerpos o superficies opacas y hacer una impresión, en placas fotográficas.

Esta tecnología, que hoy se emplea con frecuencia en la medicina, fue fruto de un accidente y generó mucha curiosidad en su momento.

Como se sabía poco sobre cómo se producían realmente estos rayos o qué efecto tenían, se los llamó rayos X o incógnita.

En 1895 y mientras investigaba la fluorescencia de los rayos catódicos en los tubos fluorescente, el físico alemán Wilhelm Röntgen se cruzó con este gran hallazgo.

Identificó que los rayos generaban una radiación penetrante que podía atravesar metales y papeles de poca densidad. Usó placas fotográficas y la mano de su esposa para demostrar esa “marca misteriosa” que generaban los rayos X. Este invento le valió, entre otras menciones, el Premio Nobel de Física, en 1901.

Marcapasos

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El ingeniero estadounidense Wilson Greatbatch estaba investigado un sistema para tener un registro de los latidos del corazón cuando, por una equivocación, utilizó una resistencia eléctrica diferente e identificó una emisión de impulsos eléctricos rítmicos.

De inmediato notó que ese patrón se identificaba con el del corazón y así avanzó con sus investigaciones hasta generar el primer marcapasos implantable, que fue patentado en 1962.

Si bien este invento fue patentado por Greatbatch, existen otros antecedentes. En 1899, J. A. McWilliam descubrió que al aplicar impulso eléctrico al corazón se producía una contracción ventricular.

Por otra parte, en 1926, los médicos australianos Mark C. Lidwell y Edgar H Booth, desarrollaron un dispositivo, con dos electrodos, que se conectaba al corazón y generaba un ritmo de 80 a 120 pulsos por minuto. En 1928 lo usaron para revivir a un niño que había nacido muerto en el hospital Crown Street Women’s Hospital, en Sidney.

En 1932, el estadounidense Albert Hyman creó un marcapasos (tal como lo llamó en ese momento) electromecánico con el que logró revivir varios animales en el laboratorio. En su momento esto fue criticado por la opinión pública que consideraba que “al revivir a los muertos” se estaba interfiriendo en la naturaleza,así que se abandonó la investigación.

Impresoras de inyección de tinta

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Las impresoras de inyección de tinta o “chorro de tinta” expulsan pequeñas gotas de tinta sobre el papel. Existen diferentes modos de hacer esto. Por un lado están aquellas que cuentan con un sistema de impresión piezoeléctrico que, por medio de pequeños cristales impulsados por corriente eléctrica, empujan la tinta a la boquilla para que ésta se adhiera al papel.

Potro lado están las Bubble jet que usan resistencias que generan calor para calentar la tinta y producir una burbuja que se expande dentro de la boquilla de impresión y fuerza la tinta hacia el exterior. Fue justamente este sistema el que se habría descubierto por un accidente doméstico.

Cuenta la leyenda que un ingeniero de Canon dejó apoyada la plancha sobre su pluma de escribir, por error. Luego de un rato, vio que se disparaban pequeños chorros de tinta de su pluma. Ése habría sido el comienzo de ese tipo de impresora. Si bien podría ser posible, suena más bien a mito urbano.

Lo cierto es que las investigaciones para crear este tipo de impresoras surgió en 1950 y para fines de los 70 los modelos de inyección de tinta ya podían reproducir imágenes generadas por computadoras.

Fueron varias las compañías (Canon, HP y Epson, entre otras) que llevaron adelante investigaciones para producir la impresora de inyección de tinta, un producto que recién salió al mercado ya avanzado los años ochenta.

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