El movimiento de curas rebeldes austriacos, que desde 2011 exige la modernización de la Iglesia católica, seguirá dando su bendición a las parejas homosexuales, ignorando así el reciente dictado del Vaticano, que lo prohibe.
«Los miembros de la Iniciativa de Párrocos estamos profundamente consternados por el nuevo decreto romano que busca prohibir la bendición de las parejas del mismo sexo. Esta es una recaída a tiempos que esperábamos haber superado con el Papa Francisco», dijo este martes (16.03.2021) en un comunicado el grupo austríaco.
«La realidad nos ha demostrado que las parejas homosexuales pueden celebrar el amor de Dios en la Iglesia igual que el resto», agregó el grupo religioso, que se autodenomina «desobendientes» en su actitud de rebeldía a la jerarquía católica.
En el texto que compartieron, añadieron que ellos «no rechazarán ninguna pareja que se ame y busque la bendición de Dios».
El Vaticano había publicado ayer una nota aclaratoria para recordar que la Iglesia católica no puede impartir su bendición a las uniones de personas del mismo sexo, después de que en algunos ambientes eclesiásticos hayan surgido dudas sobre este tema.
El grupo de sacerdotes austríacos asegura que la decisión de prohibir el matrimonio igualitario es ofensiva para los hombres y las mujeres cristianas, y perjudica el verdadero mensaje del Evangelio, y denuncia que con ella el Vaticano asume que las parejas homosexuales «no son parte del plan divino».
Por ello, expresaron su intención de colaborar con el resto de ordenes religiosas que defiendan la unión de las parejas del mismo sexo.
La Iniciativa de Párrocos dirigida por el padre Helmut Schüller ha sido durante mucho tiempo un dolor de cabeza para el Vaticano. El grupo quiere que se cambien las reglas de la Iglesia para que los sacerdotes puedan casarse y las mujeres puedan convertirse en párrocos.
El grupo religioso, que está conformado por alrededor de 350 sacerdotes y diáconos y tiene el apoyo de 3.000 laicos en varios países, se dio a conocer en 2011 con un manifiesto en el que «ante el rechazo de Roma a una reforma hace tiempo necesaria», se declaraban obligados a seguir su propia conciencia y desobedecer el mandato del Vaticano.