La Fiscalía de San Pablo citó a declarar a Lula da Silva, investigado por lavado de dinero

112

El fiscal Cássio Conserino convocó al ex mandatario brasileño y a su esposa para el próximo 17 de febrero. La Justicia indaga si es propietario de un apartamento que no aparece en sus declaraciones fiscales

La Fiscalía de San Pablo confirmó este viernes que inició una investigación contra el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva por un supuesto blanqueo de dinero que estaría asociado a la corrupción en Petrobras.

El fiscal Cássio Conserino lo citó a declarar junto a Marisa Leticia Lula da Silva, esposa del ex mandatario, por un inmueble que no aparece en sus declaraciones fiscales, lo que constituiría un delito de blanqueo de dinero, según confirmó a EFE el Ministerio Público.

El apartamento en cuestión se encuentra en el Condominio Solaris, un edificio construido en el balneario brasileño de Guarujá y que está en la mira del departamento de la Policía Federal encargado de investigar la gigantesca trama de corrupción en Petrobras.

Los investigadores creen que la constructora OAS, propietaria del edificio, empleó los apartamentos para “disfrazar” las coimas entregadas a los agentes públicos que la ayudaron a beneficiarse de la corrupción en la petrolera estatal.

El inmueble fue construido por la cooperativa sindical Bancoop vinculada al gobernante Partido de los Trabajadores (PT), que en 2009 lo vendió a la constructora OAS.

Uno de los apartamentos de esa propiedad estaba reservado por la familia de Lula y, según la prensa local, llegó a ser objeto de reformas encargadas a la empresa OAS, que al día de hoy figura como su propietaria legal.

Lula negó que hubiera comprado un apartamento en ese edificio, pero admitió que su esposa, Marisa Leticia Lula da Silva, adquirió una participación con vistas a una posible adquisición.

Sin embargo, aclaró que las obras para la conclusión del edificio se atrasaron y la constructora OAS ofreció reintegrarle el dinero a quienes aún no confirmasen la compra, como habría sido el caso de la familia de Lula, que aún no ha recibido la suma adelantada.

El Instituto Lula, dirigido por el ex presidente, consideró “infundadas” las sospechas del Ministerio Público y calificó de “ligeras” las acusaciones de supuesta ocultación de patrimonio por parte del ex mandatario y sus familiares.

La entidad que dirige el ex presidente insistió en que la mujer de Lula adquirió en 2005 una participación en ese edificio, pero precisó que él y su esposa “nunca” llegaron a ser “propietarios en ningún condominio de Bancoop o sus sucesoras”.

Según el comunicado del instituto, “la verdad será esclarecida a medida que avancen las investigaciones”.

El ex presidente se ha desligado personalmente en reiteradas ocasiones de las conjeturas que apuntan a su implicación en la corrupción y ha llegado a asegurar que no existe en Brasil un “alma viva más honesta” que él, en “ninguna institución” del país.

 

Por la trama en Petrobras se investiga a medio centenar de políticos, entre ellos varios cercanos a Lula, como el ex ministro de la Presidencia José Dirceu o el ex tesorero del Partido de los Trabajadores Joao Vaccari Neto.

De acuerdo con la Policía, las empresas obtenían contratos amañados con Petrobras, inflaban los valores en hasta un 4% y repartían las diferencias entre directores de la estatal y partidos políticos que amparaban las corruptelas.

El ex jefe de Estado, quien gobernó Brasil entre 2002 y 2010 con altos índices de popularidad, ha arremetido contra sectores del Poder Judicial y contra la prensa brasileña, a la que ha amenazado con querellas por el manejo de las sospechas en su contra.

Lula observa el escándalo de corrupción alejado del escenario principal de la política, mientras que su sucesora, la presidenta Dilma Rousseff, sufre en el centro del huracán las consecuencias de la trama en la mayor empresa de Brasil.

Las investigaciones en Petrobras han fragmentado fuertemente a la base política del Gobierno, lo cual ha dado fuerzas a la oposición para promover un juicio político con miras a la destitución de Rousseff, que está en manos de la Cámara de los Diputados, en receso hasta la semana próxima.

Si Lula gozó de una “época dorada” de la economía brasileña, su delfín político presencia desde hace meses eldeclive de todos los indicadores: la inflación llegó al 10,67 %, su mayor nivel en trece años, y según analistas la economía se contrajo en 2015 alrededor de un 3,70%.

Rousseff, al igual que Lula, ha sido el centro de fuertes protestas a lo largo de 2015, en las que se han visto carteles que acusaban al ex presidente de ser el “padre del Petrolão”, como se conoce coloquialmente en Brasil el escándalo en la petrolera.

 

 

 

 

Comentarios
Compartir