Gilda, a veinte años de su muerte, el mito sigue creciendo

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Una película protagonizada por Natalia Oreiro, tributos y biografías, mantienen viva la figura de la cantante tropical, que murió en un accidente a los 34 años
El 7 de septiembre de 1996 un camión se cruzó de carril y embistió de frente el micro de gira, donde iban Gilda , su madre, sus hijos y su banda. Moría la artista, nacía el mito. A los 34 años, en el pico de popularidad, la cantante dejaba tras de sí el aura de una carrera meteórica (similiar a la del Potro Rodrigo) y la inserción de su música en distintas clases sociales, a partir de canciones como “No me arrepiento de este amor”, “Fuiste” (un himno futbolero de “La Doce”), “Paisaje” (popularizada por Franco Simone en los 70) y “Corazón valiente”.

La biografía escrita por Alejandro Margulis, Gilda, la abanderada de la bailanta, editada por Planeta el año pasado y que fue llevada al teatro por Florencia Berthold (que sube a escena el próximo 16 en el Teatro El Grito); y la película Gilda, no me arrepiento de este amor, protagonizada por Natalia Oreiro que se estrena el 15, alimentan el recuerdo de una figura de la cumbia, que se transformó en un ícono popular.

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Fue maestra jardinera y profesora de educación física. A los 18 años, se casó con Raúl Magnín, un empresario con quien tuvo a sus dos hijos, Mariel y Fabrizio (sobreviviente de la tragedia), pero su opaca vida en pareja se cruzaba con las fantasías de una chica clase media de Villa Devoto, que quería subirse a los escenarios. Recién a los 29 años encontró la oportunidad perfecta para concretar su sueño. Descubrió un aviso clasificado en el que se convocaban cantantes para un grupo musical. Allí conoce al tecladista y compositor Toti Giménez, que ya había trabajado con Ricky Maravilla, y con el tiempo definiría musicalmente su estilo cumbiero, orientado hacia la chicha peruana, y se transformaría en su pareja autoral y amorosa.

Todavía como Miriam Bianchi toca en los grupos La Barrra y Crema americana hasta que conocen al empresario peruano José “Cholo” Olaya, dueño del sello Clan Music, que la bautiza con el nombre de Gilda, como confirma Margulis en la biografía de la cantante. Bianchi aparecerá ya como Gilda (entre sus conocidos le decían Shyll y allí devino después su seudónimo para cantar) en su álbum de 1993. Los problemas con el productor se acrecientan con el éxito que logra con el hit “No me arrepiento de este amor”. Con un nuevo sello Leader Music, la artista graba “Corazón valiente”, disco de oro y doble platino en la Argentina, que se transformó en un fenómeno regional: sus discos se editan en México, Paraguay, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Uruguay.

Antes de su muerte, había firmado un contrato para realizar una gira por México. Tras el accidente en la ruta 12 de Entre Ríos, que le costó la vida a ella, su madre, su hija y tres músicos de su staff, su fenómeno fue creciendo no solo en los sectores más populares sino entre grupos del pop y el rock que le rindieron tributo y versionaron sus canciones como Ataque 77 y Leo García. Un año después de su muerte se edita el álbum póstumo con grabaciones inéditas Entre el cielo y la tierra (1997), que se ubica entre los primeros puestos de venta. Hoy, a veinte años de su muerte, Gilda sigue sonando en el corazón del público cumbiero y no tanto.

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