Luego de la derrota de Cambiemos por escándalo del pasado domingo, Rogelio Frigerio, el ministro del Interior, el hombre todopoderoso que maneja la obra pública de nación, presentó su dimisión y Mauricio Macri no se la aceptó.
Macri respondió —No, eso no sirve para nada, Rogelio- dijo, seco, contrariado y con una decepción indisimulable- es que el sábado, a la hora del té británico, Macri había hablado por teléfono con amigos y confidentes del Círculo Rojo y les había garantizado una contienda voto a voto. No descartaba, incluso, que la supuesta oleada en su favor de las últimas semanas lo pudiera llevar a una inesperada victoria.