Día Internacional de las Juezas: ¿Por qué se celebra en esta fecha?

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Desde hace muy poco tiempo, más concretamente en abril del año 2021; se proclamó, por primera vez en la historia en el ámbito de la justicia, el 10 de marzo como el Día Internacional de las Juezas.

Esta jornada tuvo lugar gracias a la Asociación Internacional de Mujeres Juezas (International Association of Women Judges-IAWJ), fundada hace treinta años por un grupo de 50 juezas de todo el mundo. El objetivo principal de este grupo es aumentar el número de mujeres juezas y promover la igualdad para mujeres y niñas, después de la Reunión de la Red Mundial de Integridad Judicial, sostenida en Qatar en el año 2020.

Su lema principal es: “un mundo donde la igualdad de género, el respeto por los derechos humanos y los sistemas de justicia inclusivos sean la norma”. En la actualidad, esta Asociación Internacional cuenta con una membresía de 6.500 personas, en más de 100 países y territorios.

Además de reafirmar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en las funciones judiciales, también se celebra el Día Internacional de las Juezas para rendir un merecido homenaje a aquellas mujeres que desempeñan el cargo en los sistemas judiciales de todo el mundo.

En argentina las mujeres en el ámbito de la Justicia son más, pero ocupan cargos de menor jerarquía.

Las estadísticas de 2017 (últimas disponibles) de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema muestran que en todo el sistema de Justicia trabajan más de 116 mil personas. Esto incluye tanto a jueces o fiscales como a empleados del menor rango dentro de cualquier estructura judicial, ya sea de juzgados, fiscalías o defensorías, federales, nacionales y provinciales. De ese total, un 56% son mujeres. Es decir, que en la Justicia trabajan más mujeres que hombres.

Sin embargo, si sólo se tiene en cuenta a los magistrados (jueces, fiscales y defensores), las mujeres son minoría: representan un 44% del total. Y si se mira a las máximas autoridades judiciales (ministros de corte, procuradores generales, defensores generales), las mujeres sólo alcanzan un 28% del total. Las mujeres son mayoría en las categorías más bajas, las de funcionarios y personal administrativo: en ambos casos representan un 61 por ciento. Mientras que en el personal de servicio (la escala más baja) son mayoría los hombres (68% del total).

“La estructura de la Justicia Federal muestra un típico fenómeno de ‘techo de cristal’, ya que la presencia de mujeres decrece a medida que se asciende en las escalas jerárquicas”, señala un informe de 2017 de ONU Mujeres.

Algunos ejemplos: la Cámara en lo Criminal y Correccional Federal porteña, que trata casos de corrupción y narcotráfico, tiene actualmente cuatro jueces, todos hombres. Debajo de esta Cámara están los 12 juzgados federales de primera instancia. La única jueza federal porteña mujer es María Servini de Cubría. Y de los ocho Tribunales Orales Federales porteños, compuestos por tres jueces cada uno, sólo en dos hay representación femenina.

Por otra parte, los fueros del Trabajo y de la Seguridad Social son los que mayor representación tienen en la categoría de magistrados. En el fuero laboral, con datos de 2017, el 54% de los jueces son mujeres. Y en el fuero de la Seguridad Social hay igual cantidad de jueces mujeres que hombres.

La participación femenina en los altos cargos en el Poder Judicial es reducida pero también es escasa la presentación de las mujeres a los concursos para la magistratura, “lo que demuestra la existencia de barreras ocultas que operan desalentando a las mujeres a competir para ocupar los cargos de mayor decisión y jerarquía en el Poder Judicial”, advierte un informe realizado por la Oficina de la Mujer.

“Las mujeres concursan con una edad promedio más alta que los varones pero dejan de presentarse cuando alcanzan edades avanzadas –precisa el mismo trabajo-. Aunque no tienen tanta formación académica como los varones (práctica docente, libros y artículos publicados), ostentan un mayor nivel de estudios, presentándose en mayor medida cuando cuentan con título de maestría y/o doctorado”.

El estudio concluye que “es posible inferir que el impacto de la maternidad y el cuidado que recae prioritariamente sobre las mujeres puede estar actuando para que, frente a concursos que son neutrales al género, los requisitos impuestos sean más gravosos o de más difícil obtención para las mujeres que para los varones”.

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