Daniel Scioli estuvo a sólo dos puntos de ser presidente de la Nación, pero al mismo tiempo, esa distancia se agrandó de tal forma que en la actualidad el peronismo, cruel con los derrotados, ya no lo tiene en cuenta como uno de sus hombres más importantes para encarar el proceso de renovación. Si bien el ex gobernador se empecina en mostrarse activo en recorridas y apariciones públicas, trascendió que ya varios intendentes declinaron recibirlo en sus distritos y además, lo siguen viendo sumiso a los designios de CFK desde el sur. A su frialdad política se le suma su situación personal donde aseguran que está separado de Karina Rabolini. Y para colmo, María Eugenia Vidal avanza en denuncias sobre corrupción en su gobierno. Era uno de sus fuertes, regados por pauta oficial, para que nadie posara las miradas sobre una gestión que dejó mucho que desear. La diáspora de sus hombres fieles -no son tantos- que buscan hacer negocios en distintos municipios.
El peronismo es cruel cuando se pierde el poder. Se llame como se llame. Pero mucho más si se trata de dirigentes como Daniel Scioli que, siendo gobernador -nada más ni nada menos- jamás intentaron construir una red política propia. Se resignaron a ser delegados de la Casa Rosada y apostar a que su imagen y las mediciones en las encuestas lo pusieran en situación para poder encabezar la fórmula presidencial. Como otros casos similares, desde el primer día de su gobierno provincial, Scioli se dedicó a construir su candidatura presidencial. A cualquier costo.
Esa idea de llegar a la Casa Rosada la cimentó con mucha propaganda y casi nula gestión. Hoy se ve por todos lados y en todos los ámbitos que la provincia quedó mucho más que quebrada en términos económicos.
Luego de dejar el poder, Daniel Scioli trató de mostrarse activo y recorrer municipios, pero los intendentes ya no tienen muchas ganas de recibirlo. A excepción de Verónica Magario de la mano de Fernando Espinoza en La Matanza, que le dieron lugar en el gabinete a hombres de su gobierno, el resto le abrió las puertas más por gentileza que por convencimiento.
A diferencia de cuando era gobernador y no se detenía a hablar con casi nadie, ahora llega media hora antes a las reuniones en el conurbano. Pero las cosas no van bien. Scioli sigue pagando no haber puesto lo que hacía falta para enfrentar al kirchnerismo cuando más lo vapuleó.
Las reuniones que armó Espinoza y que contaron con su apoyo, no fueron lo contundentes que hubiera esperado e incluso en la última reunión del PJ ni siquiera estuvo sentado en la mesa principal. Lo ubicaron al lado de Mario Ishii, que fue un durísimo crítico durante su mandato en la provincia. Y hasta se animó a enfrentarlo en las primarias de 2011.
Desde el gobierno de María Eugenia Vidal impulsan la investigación de casos de corrupción. Un tema que había estado vedado porque los medios sólo apuntaron a la corrupción K en el orden nacional. Las sorpresas podrían ser múltiples si se rasca la olla provincial. Por ahora empiezan a aparecer datos alarmantes en IOMA y en el manejo de las siempre polémicas ONG. Los fondos de cómo y para qué se financiaban ya están en la lupa.
Mientras tanto, los hombres de confianza de Scioli tratan de cerrar negocios en los municipios que han cambiado los intendentes en diciembre. Ofrecen gestoría e intermediación en rubros varios. Es más, el propio Pepe Scioli recorre las comunas y de política habla poco. Quizá ahora quede más claro algo que se comentaba en los pasillos de la política durante mucho tiempo: que a Daniel Scioli la caja lo podía mucho más que la política.