Ushuaia: Convertirán al Saint Christopher en reserva natural para aves del Canal del Beagle.

Es un remolcador ubicado en Ushuaia que en la década del 50 fue utilizado para reflotar otro buque, el Monte Cervantes.

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El Saint Christopher, un remolcador varado hace 64 años frente a la costa de Ushuaia que se convirtió en una clásica postal de la ciudad del Fin del Mundo, será transformado en una reserva natural donde podrán anidar aves del Canal de Beagle, una decisión que tomaron autoridades locales tras lanzar un plan de rescate por el riesgo de hundimiento.

Por el avanzado estado de deterioro de la embarcación que en la década del 50 se utilizó para reflotar el buque Monte Cervantes, un crucero alemán que se hundió frente al faro Les Eclaireurs, próximo a Ushuaia, autoridades, organizaciones sociales y cámaras empresariales pusieron en marcha el plan que se llevará a cabo en diferentes etapas.

Una de las primeras medidas consistió en una recorrida por el interior del buque, que permanece encallado a unos 30 metros de la costa, con su casco de madera apoyado sobre el lecho marino e inclinado unos 15 grados a estribor.

El trabajo a cargo de funcionarios de la Dirección Provincial de Obras Sanitarias (DPOSS) y del Museo del Fin del Mundo, incluyó un completo relevamiento fotográfico y sirvió para constatar junto al avanzado deterioro del barco, la interrelación entre el antiguo remolcador y las aves que habitan o visitan a intervalos regulares el Canal Beagle.

“A través de los años, las aves se apropiaron de este barco. En algunos casos anidan directamente y en otros son migratorias. A ello hay que sumarle el componente turístico, porque a diario pueden verse cientos de personas contemplando o fotografiando a estos animales”, dijo la directora provincial de Museos y Patrimonio Cultural, Carina Quattrocchi.

La funcionaria precisó que algunas especies, como los gaviotines sudamericanos, llegan a la zona en septiembre de cada año y utilizan al Saint Christopher como refugio, mientras que otras aves como el biguá usan los cables tensores del barco para extender y secar sus alas negras.

“También hay otras especies, como garzas brujas, remolineras, gaviotas cocineras, petreles y patos vapor que tomaron al barco como un ambiente natural para nidificar. Es notorio como algo inanimado se fue transformando en un sitio repleto de vida”, remarcó Quattrocchi.

La directora de museos fueguina destacó, además, el valor paisajístico de la embarcación, ya que “la imagen de Ushuaia con el Saint Christopher constituye una postal casi indisoluble que nos identifica como destino”.

La recorrida por el buque sirvió para verificar cómo la madera con la que está construido el casco se encuentra partida o desecha, mientras que gran parte de la superficie expuesta a la intemperie está cubierta de pasto y musgo.

En el interior, las piezas metálicas lucen corroídas y las de acero, como algunos pisos y techos, el mástil principal y la chimenea, permanecen firmes, manteniendo la impronta principal del barco.

Por los pasillos todavía perduran restos de viejos cableados, y en la sala de máquina hay una gran pileta donde el agua de mar convive con restos de combustible.

“Esta visita nos permite dimensionar el trabajo que hay que realizar. A simple vista hay una enorme grieta en la parte superior del casco, mientras que la navegación por ambos lados mostró que toda la superficie en contacto con el agua está prácticamente destruida”, reseñó el presidente de la DPOSS, Guillermo Worman.

En cambio, valoró que otras zonas de la cubierta y varios espacios interiores “permanecen en muy buen estado como si el tiempo no hubiese pasado”.

El Saint Christopher es un remolcador que en la década del 50 fue utilizado para reflotar otro buque, el Monte Cervantes, un crucero alemán que se hundió frente al faro Les Eclaireurs, próximo a Ushuaia.

El barco sufrió problemas en el motor y el timón, y como la compañía propietaria entró en quiebra, quedó abandonado en la orilla del Canal Beagle, en pleno centro de la capital fueguina, donde de a poco fue convirtiéndose en un elemento más del paisaje.

Construido en Boston, Estados Unidos, en 1943, los historiadores le adjudican participación en la Segunda Guerra Mundial y una versión, no confirmada, lo señala como formando parte del desembarco en Normandía, en el llamado “Día D”.

Agencia Télam

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