¿Se pueden controlar los sueños?

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En un nuevo capítulo de “La vida secreta de la mente”, el neurocientífico Mariano Sigman profundizó sobre los “sueños lúcidos”, el territorio onírico en que las personas pueden ser más que simples observadores

El territorio de lo onírico es un espacio fértil para lo imposible. No por casualidad la palabra “sueño” suele utilizarse como sinónimo de intentar alcanzar una meta muy difícil. Fue la excusa de Lewis Carroll para convertir la vida de Alicia en una increíble aventura o, en el caso inverso, el territorio donde deambulaba la “Policía del pensamiento” en el clásico 1984de George Orwell.

En el cine existen cientos de escenas épicas en las que el sueño se convierte en un elemento importante dentro del argumento o en la excusa para una historia fantástica, desde El Mago de Oz (1939), Dumbo (41),Blade Runner (82), Stand by me (86), hasta El Gran Lebowsky (98) yBelleza Americana (99), solo por nombrar algunos clásicos.

Pero las ensoñaciones no son solo el lugar donde lo impensado puede cobrar vida, sino también un edén para protegerse de la realidad, una válvula de escape.

En el ciclo “La vida secreta de la mente”, el neurocientífico Mariano Sigman invitó a imaginar una película en la que se puede “ser el director de cámara, el guionista”, por lo que las opciones son infinitas: es posible volar, vivir bajo el agua o pasar todo el tiempo junto a la persona que se ama o hasta ser campeón del mundo de algún deporte. “¿Se puede?”, interrogó el científico.

Antes de llegar a la respuesta, Sigman detalló que “la imaginación y el sueño en algún sentido se parecen mucho, ya que es algo que recreamos en nuestra mente. Pero en otro, son muy distintos. El sueño es vívido, colorido, como si fuese en HD, en alta resolución. En cambio, en la imaginación uno cierra los ojos y trata de recrear una imagen, pero parece como si fuese en blanco y negro. Como si fuese en muy baja resolución”.

Además, explicó que “la ventaja de la imaginación es que se puede crear lo que se quiera, lo que se tenga ganas”, mientras que durante la narcosis no se posee un control tan nítido, debido a que “el sueño va más o menos a dónde él quiere. Tenemos pesadillas, buenos y malos sueños, sigue un poco de alguna manera su propia deriva”.

Sin embargo, esto no siempre sucede así. “Existe una situación que se llama ‘sueño lúcido’. Es algo que cualquier persona puede hacer, que requiere de días y días de entrenamiento. Solo así alguien puede convertirse en el guionista, el director, de la trama de su propio sueño”.

¿Cómo funciona el sueño lúcido?

El también director del Laboratorio de Neurociencia de la Universidad Di Tella e investigador del CONICET explicó: “Un grupo de neurocientíficos alemanes estudió a gente dormida y despierta y se fijó qué cambiaba en la actividad cerebral en el momento de la transición de la vigilia al sueño”.

“Descubrió que de todas las ondas cerebrales, una especie de orquesta de la actividad mental, hay una muy particular, de 40 ciclos por segundo, que en el momento del sueño disminuía. Lo que encontraron es que en aquella gente que estaba entrenada para tener sueños lúcidos, en el momento que lo hacía estas ondas subían como si estuviesen en la vigilia, por lo que la persona ganaba control de sus sueños”.

Los científicos además descubrieron que si se “estimulaba a esta frecuencia particular, aquella persona que estaba soñando adquiría en ese momento sueños lúcidos”.

“Hoy entendemos suficiente de cómo funcionan los sueños, su mecánica, cómo se organizan en el cerebro, no solo para poder leerlo y comprenderlos, sino para poder empezar a escribirlos”, finalizó

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