Macri acelera acuerdo comercial con México pero industriales temen una ola importadora

El objetivo es firmar el pacto en los próximos meses y liberar al máximo el comercio bilateral. El problema es que la nación azteca insiste en otorgar ventajas para los bienes de tipo agroindustrial pero, como contrapartida, apunta a tener un mejor acceso para manufacturas con alto valor agregado

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Justo en la antesala de la reunión con el presidente de los EE.UU., Donald Trump, el Gobierno acaba de dar un paso trascendental en la negociación con México, tendiente a liberar aun más el comercio a través de una generalizada reducción o quita de aranceles.

El acercamiento entre la Argentina y el país conducido por Enrique Peña Nieto comenzó en 2016.

Cada vez que ambos mandatarios tuvieron oportunidad de estrechar sus manos, tanto en Buenos Aires como en el D.F., siempre rondó el mismo concepto: la expectativa de poder firmar un acuerdo semejante a un Tratado de Libre Comercio. 

Las negociaciones fueron avanzando. Pero, en plena efervescencia por la asunción de Trump o mientras se discutía por la quita de aranceles a las computadoras importadas, en la Argentina pocos sectores tomaron nota del cambio, en lo económico, que supondría un acercamiento comercial con la segunda mayor potencia de América latina. 

“Para entender el peso que tiene, el comercio exterior de México es superior a la suma de todos los países de la región”, sintetiza Miguel Ponce, ex secretario de Industria.

Uno de los puntos centrales y que más preocupación genera entre algunas facciones de la UIA, es que, en cada situación que desde Cambiemos se hizo referencia al acuerdo, siempre se hizo hincapié en las oportunidades que ofrecía el mercado mexicano para la exportación de alimentos con menor o mayor valor agregado.

Los funcionarios y técnicos del equipo de Peña Nieto, coinciden en señalar a la Argentina como un gran proveedor en este rubro, incluso para suplantar a Estados Unidos, en caso de una escalada de la tensión bilateral.

Lo que preocupa a los empresarios locales es que México insiste en ver al mercado local como un potencial receptor de sus manufacturas industriales. 

En definitiva, la tensión que plantea un eventual TLC entre ambos países es el rol que pasará a jugar la Argentina y los potenciales riesgos a los que se enfrenta, en momentos en que arrastra serios problemas de competitividad en diversos sectores.

Dicho juego de roles lo puso de manifiesto el propio canciller de México, Luis Videgaray, cuando hace pocos días “blanqueó” el rol que pretende que cada parte tenga en este ambicioso acuerdo.

“En los últimos meses hemos tenido un diálogo real y acelerado. Y aspiramos a que en este 2017 podamos alcanzar un acuerdo de profundización comercial que implique un mayor acceso recíproco entre nuestros mercados”, destacó el diplomático.

El canciller detalló claramente que “la Argentina puede transformarse en un proveedor de alimentos para México y, como contrapartida, la Argentina puede ser un mercado relevante de productos manufactureros para México”.

“México es una potencia y el 90% de nuestras exportaciones son productos manufacturados, muchos de ellos de alta tecnología, vinculados al sector aeroespacial, electrónico o automotriz, entre otros tantos, y esto es lo que le podemos ofrecer a la Argentina”, agregó.

El subsecretario de Comercio Exterior de ese país, Juan Carlos Baker Pineda, apeló al mismo razonamiento: utilizar el acuerdo para importar productosagrícolas –en reemplazo de los EE.UU.- y lograr exportar más bienes industriales.

“Los agricultores argentinos podrían quedarse con una porción del millonario mercado mexicano de alimentos”, destacó el funcionario quien, como contrapartida, afirmó que el interés de su gobierno está en lograr una mayor apertura para sus bienes con mayor valor agregado.

“Tenemos una industria manufacturera muy fuerte y la Argentina es un mercado importante para nosotros”, concluyó.

La próxima reunión oficial tendrá lugar a fines del mes de julio, cuando ambas delegaciones deberán presentar el primer listado con los productos en los que cada gobierno pretende mejores condiciones de acceso.

El objetivo de ambas administraciones es rubricar el acuerdo en diciembre de este año. 

En este contexto, un referente de la industria nacional, como es Héctor Méndez, confirmó en diálogo con iProfesional que existe preocupación en el sector empresario.

“México hoy es una economía de avanzada, que está en condiciones de competir de una forma efectiva, gracias a sus costos y salarios bajos, entre otros factores”, sostuvo el ex titular de la UIA y referente del sector del plástico.

“Por eso hay preocupación y por eso la Argentina tendrá que analizar afondo el acuerdo. Porque hay rubros donde tenemos fortalezas pero otros que están más indefensos. Es importante que lo que se negocie se haga con inteligencia”, agregó.

¿Por qué con México?
Técnicamente, lo que se está negociando es un Acuerdo de Complementación Económica (ACE), un instrumento que permite avanzar con desgravaciones arancelarias a los países que forman parte de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).

La Argentina tiene firmados dos ACE con México:

-El 55, que actualmente regula el intercambio de la industria automotriz. 

-El 6, que se firmó en 1986 -fue actualizado en 2006- y que está principalmente enfocado en manufacturas industriales.

Según Cancillería, su cobertura abarca al 35% del universo total de bienes y representa alrededor de un 43% del comercio bilateral entre ambas naciones.

Sumados ambos ACE, entonces los acuerdos cubren casi el 90% del intercambio entre los dos países.

Según informaron desde la cartera que conduce Susana Malcorra, “la expectativa principal de la Argentina es ampliar la cobertura del ACE 6 sobre el universo total de bienes, extendiéndolo, especialmente, en el sector de productos agrícolas y agroindustriales”. 

La novedad es que ambas partes pretenden modernizar el ACE 6, incorporando nuevas regulaciones vinculadas con el comercio electrónico, servicios, inversiones, facilitación del comercio y licitaciones públicas.

La Argentina –así como Brasil y los demás miembros del bloque-, tienen prohibido avanzar con desgravaciones arancelarias de manera independiente. Sin embargo, la única excepción es México.

“Cuando se firmó el acuerdo del Mercosur, había una cláusula que habilitaba los pactos entre países dentro de la ALADI, previos a la negociación para conformar el bloque”, detalló Marcelo Elizondo, experto en negociaciones internacionales.

“Por eso hoy podemos negociar con México pero no podríamos hacerlo con Polonia o con Sudáfrica, por poner un ejemplo”, añadió.

Según detallaron desde Cancillería, el objetivo del acuerdo es revitalizar los flujos comerciales –luego de un largo período de amesetamiento- y revertir el déficit comercial.

“El nivel de intercambio bilateral está muy por debajo del potencial que corresponde a la segunda y tercera economías de América Latina y, ciertamente, es poco significativo dentro del comercio externo total de ambas naciones”, explicaron desde el Ministerio de Relaciones Exteriores.

“La balanza comercial, históricamente superavitaria para nuestro país, registra desde 2008 un déficit persistente que se explica en mayor medida por el aumento de las importaciones del sector automotor”, ampliaron.

La gran duda que surge desde diversos sectores industriales está en cuáles son las chances reales que tiene la Argentina de revertir los números rojos en un contexto de graves problemas de competitividad.

“El acuerdo con México genera oportunidades, especialmente en el campo de los alimentos y en las manufacturas agropecuarias. Pero claramente habrá que tener ciertos cuidados con determinados sectores, porque es un país con costos muy bajos, a nivel impositivo, laboral y hasta energético”, señaló Diego Coatz, economista jefe de la UIA, en diálogo con este medio.

Temor entre industriales

 Al analizar la canasta de productos que más le exporta México a la Argentina se observa una fuerte preponderancia de bienes que cuentan con fabricación local. 

Además de vehículos, desde ese país llegan más de u$s100 millones anuales en artículos cosméticos y de higiene personal, u$s90 millones en autopartes, casi u$s50 millones en máquinas de afeitar, cerca de u$s30 millones en heladeras y u$s22 millones en concepto de medicamentos, sólo por nombrar algunos artículos.

 

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