La verdad sobre la moda en un film

"The true cost" se proyectará en un festival de cine sustentable. Su director, Andrew Morgan, reflexiona sobre las condiciones indignas en que se fabrica la ropa del mundo y apunta a lo que contamina

97
Las condiciones de hacinamiento en que se hace la ropa en la mayoría de los talleres del mundo se sigue denunciando.

Cómo es posible que nunca antes me había detenido a pensar quién, en qué condiciones y dónde se hace mi ropa, se preguntaba el director Andrew Morgan. Y ese interrogante fue el disparador para un proyecto que buscó mostrar las condiciones en que se fabrica la indumentaria con que se viste el mundo. En The true cost se indaga en el detrás de escena de la industria de la moda, y se presenta por primera vez en Argentina, en el marco del Green Film Fest, del jueves 24 al miércoles 30.

Trabajar a destajo, una constante en la industria textil que se pone de manifiesto en esta película

El registro comenzó en 2014, cuando Morgan se enteró de la tragedia de Rana Plaza, en un suburbio de la capital de Bangladesh, en la que murieron 1129 personas y otras 2515 resultaron heridas tras el derrumbe de un edificio con talleres textiles, e inmediatamente empezó a investigar y a meterse de lleno en el oscuro entramado de la producción y comercialización de textiles e indumentaria. Durante un año y medio, transitó países de Asia y Europa, principalmente, para poder contar cuáles son las condiciones en las que se trabaja en las diversas fábricas y cuáles son los objetivos de los dueños de las principales empresas que determinan cómo se orienta el mercado.

“Me impresionó, en gran medida, saber cuán enorme es el impacto que esta industria causa en el mundo”, comenta desde Los Angeles el realizador, en alusión a los 80 millones de prendas que se fabrican y consumen por año, en manos de 40 millones de trabajadores textiles, de los cuales, alrededor de 4 millones trabajan en las 5 mil fábricas que existen en Bangladesh; en un 85 por ciento son mujeres, las cuales reciben un salario mínimo de menos de 3 dólares por día.

“Emplea a los más pobres entre los trabajadores pobres -señala Morgan- y es increíblemente rapaz y tóxica”.

Los desechos de las marcas de moda vuelven a las zonas donde se radican los principales talleres del mundo en forma de donativo

Imágenes reveladoras

Durante 90 minutos, una sucesión de entrevistas, de implacable relato en off ponen al desnudo las condiciones indignas en las que se produce en Camboya y Delhi, entre otros lugares, con su correlato en un consumo desmesurado y a un costo a veces irrisorio en las tiendas de moda rápida en países tanto de Oriente y Occidente; además de su lamentable posterior desrte en ciudades paupérrimas, que en muchos casos reciben ropa en carácter de donaciones. Dato para nada menor si se tiene en cuenta que un norteamericano promedio desecha 37 kilos de prendas por año y, en total, se tiran alrededor de 11 millones de toneladas. El documental muestra que ese descarte llega a países subdesarrollados, como Haití, y se vende en negocios de segunda mano en detrimento de la producción local, que termina por reducirse y hasta peligra con extinguirse.

Morgan rompe el discurso hegemónico de la industria y les da voz a empleadas de una fábrica textil, diseñadores, economistas, expertos en publicidad, periodistas, productores, activistas por la sustentabilidad y a referentes del tercer sector, como Livia Firth, la creadora de El reto de la alfombra verde. Así, aparece Stella McCartney explicando que su verdadera motivación pasa por pensar y hacer moda de una forma diferente, que cuestione y desafíe el modo convencional de manera que no sea tan perjudicial para el planeta.

The true cost, además de poner en jaque la palabra oficial de las megamarcas de la moda rápida, sigue manteniendo vigente el tema a dos años de su estreno y se convirtió en un documental de referencia e inspirador para otros realizadores, como el del film River Blue: ¿puede la moda salvar el planeta?, que también será exhibido en el festival.

“Tiene que haber algo más justo, más sustentable y una forma más humana de poder hacer moda -reflexiona Morgan- sabemos que las películas por sí mismas no pueden cambiar el mundo, pero sí pueden cuestionar, llamar la atención; son poderosas para llegar a la mente o al corazón de las personas”.

Andrew Morgan le da voz a los que trabajan en condiciones de explotación
Comentarios
Compartir