Qué es la microelectrónica y sus perspectivas en la Argentina

En una conferencia en la Facultad de Ingeniería de la UBA, diversos especialistas debatieron sobre las posibilidades que tiene el sector electrónico local

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El título de la conferencia organizada el viernes pasado por el Programa Interdisciplinario de la UBA para el Desarrollo (PIUBAD) en la Facultad de Ingeniería de la UBA, hablaba por sí solo: “Microelectrónica en Argentina, ¿es posible?”.

Allí, en el salón de actos Humberto Ciancaglini, diversos especialistas debatieron sobre el futuro de este sector pero también sobre los cambios que esta industria experimenta en el mundo, desde la consolidación de proveedores hasta las distintas especializaciones que surgieron en este mercado.

Como era esperable, los expositores fueron tres ingenieros, con la particularidad de que uno de ellos se dedica fundamentalmente a la investigación, otro lidera un centro de diseño de circuitos y el tercero integró una de los emprendimientos empresarios más relevantes de la electrónica local: Pablo Mandolesi —investigador de la Universidad Nacional del Sur (UNS), Daniel Musciano —jefe de Diseño de la filial local de Allegro MicroSystems— y Pedro Joselevich —ex gerente de Ingeniería de la División Electrónica de FATE—, quienes fueron moderados por su colega Luciano Cianci, del PIUBAD.

Al final de las exposiciones hubo espacio para la discusión, especialmente sobre la necesidad de una política industrial y de apoyar iniciativas para este sector, como en su momento fue la creación del Centro de Micro y Nanoelectrónica del Bicentenario (CMNB), impulsado por el INTI.

Durante su exposición, Mandolesi buscó trazar un panorama del mercado de circuitos integrados y la cadena de producción que se mueve en el mundo y afirmó: “Trabajar en un circuito integrado implica ser un engranaje de una maquinaria que termina en un producto”.

El investigador de la UNS hizo referencia a que, a diferencia de lo que ocurría décadas atrás, hoy áreas como las de diseño y fabricación de circuitos se manejan de manera independiente en la mayoría de los casos. “Salvo Intel, ya no quedan empresas que hagan todo”, sostuvo. Más allá de la excepción que constituye la firma estadounidense, Mandolesi diferenció los diversos modelos de negocio de la microelectrónica: foundry (fabricación), fabless (foco en diseño de circuitos, pero sin fabricación), casas de diseño (ofrecen servicios de diseño y suelen ser subcontratadas por las fabless), propiedad intelectual (licencias) y EDA (siglas en inglés de diseño electrónico automático, conformado por empresas especializadas en software para diseño y verificación de circuitos).

Diseño y fabricación

Esta tendencia hacia la deslocalización de la producción, ya que un diseño de Buenos Aires se puede fabricar en Taiwán, diferencia claramente los tipos de negocio: mientras que el de diseño de circuitos electrónicos es de alto valor agregado y relativa baja inversión —principalmente en software de diseño y recursos humanos— el de fabricación es de gran escala y alta inversión, dado el alto costo de los equipos que necesita una foundry.

Actualmente, más de la mitad de las casas matrices de las fabless están en Estados Unidos, según datos de la consultora IC Insights que citó el investigador.

Microelectrónica 2

Para Mandolesi, el mercado de los chips tiende a la consolidación —ya que varias de las empresas pequeñas y medianas del sector han sido absorbidas por las más grandes— y circuitos cada vez más complejos, lo que ha empujado las inversiones en diseño y en el uso de herramientas de software cada vez más sofisticadas.

“Una consecuencia de la consolidación es que las empresas grandes no son tan rápidas ni eficientes. Por ejemplo, Texas Instruments compró a un competidor y ahora no sabe cómo integrarlo dentro de la empresa. Esto significará una oportunidad para empresas más chicas, porque pueden salir a jugar en un área en la que las grandes no tengan un concepto claro y fuerte, y ganarles de mano”, sostuvo.

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