¿Qué hay detrás de la tregua entre el Gobierno y la CGT?

Los sindicatos fueron recibidos por el Gabinete y frenaron un paro. El temor a ser corridos por izquierda.

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Medio Gabinete recibió esta mañana a los principales dirigentes de la CGT y lograron que le bajaran el tono a la posibilidad de hacer un paro general y se concentraron en negociar beneficios.

Antes de ingresar a la reunión del Consejo Directivo de la CGT, el viernes Schmid anticipó un paro para “algún día de octubre”, pero luego sus pares le quitaron respaldo.

“No podemos dejarnos correr por los movimientos sociales y parar el país. Es momento de negociar”, le achacaron. El más cauteloso es Luis Barrionuevo, padrino de Acuña y el único sindicalista de diálogo frecuente con Macri.

Además del triunvirato, esta mañana se acercaron al Ministerio de Trabajo José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Andrés Rodríguez (UPCN), Roberto Fernández (UTA), Francisco Gutiérrez (UOM), Abel Frutos (Panaderos), Rodolfo Daer (Alimentación) y Pablo Moyano (Camioneros).

Los recibieron los ministros Jorge Triaca (Trabajo), Alfonso Prat Gay (Hacienda), Francisco Cabrera (Producción), Rogelio Frigerio (Interior) y el vicejefe del Gabinete de ministros, Mario Quintana.

“En diez días, el Gobierno convocará a una reunión con empresarios y a partir de ahí tendremos confirmaciones y respuestas. No hay tregua ni fecha de paro”, minimizó Daer.

Según pudo saber LPO, los sindicatos exigen varias condiciones para no salir a las calles. La primera es una reducción gradual del impuesto a las ganancias para los trabajadores, con un cronograma claro para mostrar en las bases.

También reclaman un bono de fin de año para compensar la inflación acumulada. Macri ya les envió un mensaje: la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, no descartó entregar un bono navideño a beneficiarios de planes sociales.

Aceptarían no reabrir las paritarias, una súplica del Gobierno para no complicar su plan para reducir la inflación, justo cuando comenzó observa sus primeros frutos.

Con salarios congelados, los sindicatos creen que puede ser buen momento de negociar bonificaciones, como viáticos y extras, relegados en la mayoría de las paritarias.

Para eso piden una reunión urgente con el presidente. Aunque lo oculten, no olvidan que hace dos meses anunció la devolución de 29 mil millones de pesos de las obras sociales, retenidos por el kirchnerismo en el Banco Nación.

El reintegro será con un pago de 2700 millones en efectivo y el resto a través de bonos o asignaciones específicas. “Si hacemos un paro no nos queda margen de negociación. Nos ubicamos al lado de los zurdos”, evaluaban los sindicalistas.

Equidistantes, temen además que la CTA y los movimientos sociales le marquen la agenda, con medidas como la emergencia social que promueven en el Congreso o multitudinarias manifestaciones como la de hace un mes en plaza de Mayo.

De hecho, Pablo Michelli, referente de la CTA, le marcó a la cancha a los sindicatos mientras desayunaban en el Ministerio de Trabajo. “Le pido a la CGT que no se preste a las dilaciones del Gobierno y llame al paro”, reclamó. No lo obedecieron.

La falta de un programa de acción concreto fue el argumento de los gremios agrupados en el Movimiento de Acción Sindical Argentino (Masa) para no sumarse con la CGT. Sus principales gremios son Ferroviarios, Smata, Luz y Fuerza, taxistas y petroleros privados, entre otros.

Planean un acto con gobernadores y diputados del bloque justicialista, con la consigna “Volver a Perón”; pero mientras tanto varios de sus colegas buscan integrarlos a la CGT. La negociación está abierta. Y el diálogo con el Gobierno también.

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