Consuelo, la participante no famosa del Bailando que ya conquistó al público: “Este sueño me lo debe estar cumpliendo mi papá; a él le quedó pendiente llevarme a aprender baile”

La mujer de Córdoba habló tras su exitoso debut en la pista de Tinelli. El recuerdo de sus padres, el dolor que le dejó la muerte de su marido y cómo le cambió la vida esta fama repentina: "A mi edad, lo que yo quiero es pasarla bien y que mis hijos estén contentos".

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Consuelo, la participante no famosa del Bailando

Simpatía, buena energía y ganas de bailar. Esa fue la carta de presentación de Consuelo Peppino (65), la participante no famosa del Bailando que conquistó con su carisma a Marcelo Tinelli, al jurado y ¡mejor aún! al público. El mismo capaz de levantar el pulgar del otro lado de la pantalla y consagrarte a la fama. Sin embargo, Consuelo tiene sus reparos: “No me gusta la palabra ‘famosa’. Yo no soy famosa, soy una mujer común que le gusta bailar”.

A pesar de su manifiesta humildad, en su debut en la pista la señora de Villa María logró puntaje perfecto y, de la noche a la mañana, ganó el cariño de los televidentes y popularidad: “Me hubiera gustado participar y volver a Córdoba para estar en mi casa, lavando, planchando, haciendo lo que hago todos los días. No estoy acostumbrada a las notas y extraño a mi familia”, anticipo Consuelo, en una nota en la que recordó su infancia en el campo junto a sus nueve hermanos, el origen de este romance con el baile y donde dejó asomar, con notoria angustia, los momentos más dolorosos de su vida.

– Decís que no te sentís cómoda con la fama. ¿No esperabas tanto reconocimiento participando en el programa más popular de la TV argentina? 

– No me lo esperaba, uno no toma dimensión. ¡Es tremendo! Ir a los programas, dar notas, que te reconozcan… Hay cosas que no las puedo creer. Yo pensé: ‘¿quién se va a fijar en mí?’. ¡¿Pero viste lo que es la vida?! Estoy muy sorprendida. Pero como te digo: yo esto no me lo voy a tomar como alguien famosa, voy a seguir siendo la persona que soy. Verdadera. Y cuando lo deje de disfrutar, diré ‘¡basta!’. A mi edad, lo que yo quiero es pasarla bien y que mis hijos estén contentos. Ellos están felices de que yo esté haciendo esto.

– ¿De qué modo te llega el reconocimiento de la gente? 

– No tengo redes sociales, pero me llega en la calle. El otro día un taxista me pidió un autógrafo. Y yo le dije: ‘¿Un autógrafo? No tengo ni idea, no sé qué ponerte’. Y él me decía que era para la nieta. Entonces le puse que era la abuela María Consuelo que baila en lo de Tinelli. Y un besito.

– ¿Qué sentiste al conocer personalmente a Tinelli? 

– Estaba muy nerviosa y feliz. Pero cuando me abrazó sentí su contención. Me emocionó mucho ver el video de mi hijo que vive en España… Marcelo es un divino. Él dijo que le hacía acordar a una tía suya, de Tucumán.

– En tu debut, el jurado te puso 10 y te halagó, ¿estás preparada para recibir alguna crítica? ¿Le tenés miedo a alguno de ellos? 

– No les tengo miedo. Ellos sabrán evaluarme. Sé cómo es esto y lo voy a tomar con alegría… Ángel (De Brito) me parece un solcito; Pampita también. Todos son divinos… Yo voy a bailar y a divertirme. Que no esperen de mí una pelea o un conflicto porque nunca me peleé con nadie. No me gusta. Si (Marcelo) Polino me pone un cero, está bien. Yo ensayo mucho, pero lo acepto. Además, tengo un equipo divino, mi compañero, Agustín, baila muy bien. Y la coach, Florencia, es una divina. Yo quiero durar en el programa para que los conozcan más a ellos, que debutaron este año. Este es un sueño para los tres.

– ¿Qué lugar ocupa el baile en tu vida? 

– El baile ocupa un lugar muy importante. Siempre me gustó ir a los bailes. Antes iba con mi marido, Raúl, y ahora voy con mi novio, Ramón, y con mis amigas. Y te cuento una anécdota: cuando tenía 4 años, Papá Noel me trajo de regalo una pandereta. Yo quería unas castañuelas, pero me consiguió eso y yo estaba feliz. Siempre me gustó bailar. Pero yo me crié en el campo y no tuve la oportunidad de ir a bailar. ¡Mi mamá era tan buena! Tuvo nueve hijos y nunca la escuché discutir, ni levantarnos la voz. Tuvimos una crianza hermosa.

– ¿Cuál es la receta para tener tanta energía y ese buen humor? 

– No lo sé. Yo soy una persona alegre, muy familiera y amiguera. No le hago mal a nadie. Trato de ir para adelante y disfrutar de la vida, más allá de momentos duros que me tocaron vivir.

– ¿Cuáles fueron esos momentos? 

– La enfermedad y la muerte de mi marido, a los 59 años, fue un momento muy duro. Él fue mi gran amor, mi primer amor. Yo lo amé y lo cuidé hasta el último día. Mi marido tuvo ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), una enfermedad terrible que en ese momento no conocíamos. Ahí la pasé muy mal. Tuve que recurrir a un psicólogo porque quedé muy triste, no era más la María Consuelo que todos conocían. El psicólogo me ayudó a recuperar la alegría y mi forma de ser. Esto no se lo pude contar a Marcelo porque empiezo a llorar como una loca y no podría bailar. Creo que mi forma de ser y mis hijos me sacaron adelante. También fueron momentos muy duros la muerte de mi madre, a los 59 años; la de mi padre, a los 90, y la de dos hermanos.

– ¿Qué pensás que te hubiera dicho tu marido al verte brillar en el Bailando? 

– Él me decía María. Y me hubiera dicho: ‘María, estoy feliz porque estás en tu salsa, en lo que te gusta’. Él hubiera estado muy feliz de verme ahí. Y mi papá también, porque él me llevó de chiquita a vivir al campo y siempre me decía que le hubiera gustado llevarme a baile, ¡que era lo que tanto me gustaba! Pero bueno, me tocó toco vivir en el campo. Igual, yo le decía: ‘Papi, yo soy feliz lo mismo’. Este sueño me lo debe estar cumpliendo mi papá porque a él siempre le quedó pendiente eso, mandarme a baile o a teatro… Pero yo no estoy arrepentida de nada. Soy una mujer feliz, tengo a mis hijos sanos y a mis nietitos, que los amo y son mi vida.

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