Cigarrillo electrónico: los peligros de su consumo, eje de un gran debate

Hay poca información disponible sobre esos dispositivos, que tienen un mecanismo complejo de administración de la nicotina; su uso altera la presión y el ritmo cardíaco

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La ciencia aún no se pronuncia a favor ni en contra. Pero los indicios clínicos sobre los efectos del cigarrillo electrónico en la salud ya apuntan hacia un daño residual en el organismo y los especialistas insisten en proteger especialmente a los chicos y los adolescentes del vapor que produce.

En la 5a Conferencia de América Latina y el Caribe Tabaco o Salud, en esta ciudad, las exposiciones sobre este dispositivo fueron las más convocantes. Es que aún persisten dudas sobre lo que pueden inhalar los usuarios y quienes los rodean. Algunos de los obstáculos para investigar su seguridad son un mecanismo de administración de la nicotina cada vez más complejo, las escasa información que proveen los fabricantes, las advertencias engañosas, las pocas regulaciones que los países imponen respecto de otros productos de consumo humano y la velocidad con la que nuevas versiones salen al mercado.

Aruni Bhatnagar, codirector del Centro de Regulación del Tabaco y Adicciones de la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por su sigla en inglés), indicó: “La ciencia aún no se ha definido sobre los cigarrillos electrónicos, pero lo que vamos conociendo cada vez más es que su uso causa un daño residual. Modifica la presión, el ritmo cardíaco y existe la posibilidad, aunque aún sin evidencia definitiva, de que en el organismo se produzcan alteraciones relacionadas con ese daño”.

Dicho eso, pidió agregar: “Aún no sabemos cuán malos son. Algunos dirán que no son tan dañinos como el cigarrillo común, pero esto tampoco lo podemos decir todavía. La mayoría fuma los dispositivos con nicotina”. Pero, aunque no la contengan, Bhatnagar instó a evitar el aerosol porque “no es vapor de agua como dicen, sino que sabemos que se trata de pequeñas partículas suspendidas”.

El producto se usa en la mayoría de los países de América latina. En la Argentina, su venta está prohibida -quienes lo usan lo compran por Internet o en el exterior- y los ambientes 100% libres de humo de tabaco también rigen para el vapor o aerosol de estos dispositivos.

“Sabemos que un alto porcentaje contiene advertencias falsas sobre su contenido de nicotina -explicó Barnoya-. El líquido contiene saborizantes, como chocolate, frutas, vainilla, mentol o, incluso, tabaco. Lo cierto es que es un producto muy poco regulado y sobre el que recién se está estudiando si puede o no tener consecuencias para la salud.”

El 20% de los productos en venta en su país que analizó contenían acetona, que es una sustancia tóxica. Un 40% de los productos con nicotina contenían niveles que no coincidían con los informados por el fabricante. Y el 20% de los dispositivos supuestamente sin nicotina incluían la sustancia. “Los niveles de nicotina de estos productos los determina, en realidad, el fumador. No el dispositivo -aclaró Barnoya-. De acuerdo con qué tan profundas y tan frecuentes sean las inhalaciones, así serán los niveles que ingresen al organismo.”

Stella Regina Martins, de la Comisión Antitabáquica de la Asociación Médica Brasileña, lideró el año pasado una revisión de los estudios publicados sobre la composición del vapor, sus efectos y la utilidad de estos productos para la cesación tabáquica. “Aun cuando no produzca monóxido de carbono ni alquitrán, como el cigarrillo común, hay estudios que identificaron la presencia de sustancias reconocidas por su toxicidad para el ser humano. Por lo tanto, cabe adoptar el principio de prevención y precaución en salud pública porque desconocemos el producto y no debería ser recomendado”, señaló Martins, del Grupo de Cesación Tabáquica y Neumonología del Instituto del Corazón de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Pablo.

Su utilidad para dejar de fumar también está bajo la lupa. “Existe consenso en que hay que tratar la dependencia física, psicológica y conductual del fumador -dijo-. Al sostener el dispositivo no se estarían tratando las dependencias psicológica y conductual. Y si el fumador combina el cigarrillo común con el electrónico, se está exponiendo a más riesgos.” Para ella, reemplazar un cigarrillo por otro no es dejar de fumar. “En esto hay que ser muy claros”, insistió.

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