Brasil: encuestas de cierre dan a Bolsonaro 40 puntos y pronostican ballotage con Haddad

Haddad, el candidato del PT de Lula, se quedó en los 25 puntos pero eso le alcanzará para llegar al ballotage si el militar no supera los 50 puntos

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Jair Bolsonaro alcanzó los 40 puntos en la última encuesta antes de las elecciones de este domingo y quedó a sólo 10 de ganar en primera vuelta.

De acuerdo a Data Folha, Fernando Haddad, el candidato del PT de Lula, se quedó en los 25 puntos pero eso le alcanzará para llegar al ballotage si el militar no supera los 50 puntos.

En tercer lugar está Ciro Gomes, con un 15 por ciento prácticamente sin partido. Es un porcentaje que hoy se lamentan en el entorno de Lula, por no haber cerrado a tiempo.

Los 40 puntos de Bolsonaro son un hecho inédito para la historia de Brasil. Los sectores conservadores de los que proviene no son ninguna novedad en la política brasileña, pero jamás habían podido instalar un presidenciable con tanta facilidad.

El postulante de los militares disponía de la mitad de los 25 minutos de TV por día que la Justicia Electoral otorga a los partidos para hacer campaña. Pero no le hizo falta aprovechar los 6 minutos al mediodía entre los programas de magazine y 6 minutos a la noche entre las telenovelas que otros candidatos hubieran codiciado como agua en el desierto.

Su campaña, basada en frases extremistas, se la hicieron en realidad el PT y sus errores del último lustro, y el “Partido Judicial” del juez Sergio Moro y los fiscales del Lava Jato.

“Si gana Bolsonaro no será un triunfo de él sino una derrota del PT”, dicen en Brasil. La puñalada también ayudó y las manifestaciones en su contra, como la de las mujeres que se repitió este sábado en la avenida Paulista, sólo lo hicieron crecer en las encuestas.

Sin embargo, más allá de los vaivenes de la campaña, las dos claves del voto a Bolsonaro son la decadencia de la economía brasileña y el hartazgo contra la corrupción que sacudió a todo el sistema político y propició la irrupción de un “outsider”.

El militar se jacta de no haber sido alcanzado por el Lava Jato como casi todo el sistema político brasileño y tiene a la lucha contra la corrupción como uno de sus puntales de campaña. También el del combate contra la inseguridad, con métodos dudosos.

El arma secreta de Bolsonaro no es el apoyo que tiene de la clase alta, sino su penetración inédita en las clases medias y bajas, que le permitió perforar las bases electorales históricas del PT y del PSDB.

El voto evangélico, que era del PT, ahora hace campaña furiosamente por Bolsonaro y lo empezó a complicar al partido de Lula en el Nordeste, su histórico bastión electoral. Por eso Haddad dejó plantados a sus militantes bajo la lluvia y viajó de urgencia a Bahía. Los evangélicos tienen a 100 de los 513 diputados.

Bolsonaro también le muerde el voto al PSDB, que se encamina a la peor elección de su historia con el posible cuarto puesto de Geraldo Alckmin. El militar empezó a sumar el voto de los “agronegocios”, como le dicen al campo en Brasil, y el de la industria, dos históricos colchones que se aseguraba el partido de Fernando Hernique Cardoso.

Gane quien gane, el próximo gobierno de Brasil será uno de los más débiles de la historia. Ninguno de los candidatos tendrá ni de cerca el manejo del parlamento y en Brasil advierten que el próximo Ejecutivo estará paralizado y no podrá hacer la reforma previsional y laboral que se espera.

Si no logra separarse de los sectores radicalizados del PT, Haddad no podrá conseguir acordar con otros partidos.

Y Bolsonaro, más allá de la incertidumbre que despierta en los brasileños y en todo el continente, tendrá un duro camino hacia la gobernabilidad. Su partido, el Partido Social Liberal, no tiene ni un senador y sólo 9 de los 513 diputados. Esa suma aumentará bastante si supera los 40 puntos en la primera vuelta, pero estará muy lejos del control del parlamento.

El problema no será sólo legislativo, sino también con sus propios funcionarios. El militar se puso al mercado de su lado pese a no dar un mensaje claro sobre su proyecto económico. Más bien todo lo contrario, dijo que no sabe nada de economía y dejó el tema en su ya electo ministro de Hacienda, Paulo Guedes, un liberal que discutía con Milton Friedman en la Universidad de Chicago.

Éste propuso privatizar todas las empresas públicas, incluida Petrobras (representa el 10% del PBI de Brasil) para que el Estado disponga de 3 trillones de reales. El propio Guedes sabe que eso es imposible porque jamás lograrán el apoyo en un Congreso tan atomizado.

Guedes chocará de frente con los generales formados en la academia militar de Agulhas Negras, del estado de Río de Janeiro. Estos militares no sólo pusieron al candidato a vicepresidente, Hamilton Mourâo, que ya exigió eliminar el 13 salario (aguinaldo), sino que planean tener una fuerte incidencia en el manejo de la economía, con una visión proteccionista, además del control de la seguridad que Bolsonaro ya les dejó en bandeja.

La tercera pata la integrarán el campo y la industria de las armas, tan ansiosa por un triunfo de Bolsonaro que ya hizo disparar sus acciones: la empresa Forja Taurus creció un 140% este año. En este contexto, quienes lo conocen personalmente a Guedes aseguran que no va a durar ni dos meses en Brasilia.

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